Una versión anterior de este artículo se publicó en 2017.
Dos tendencias caminan en paralelo de un tiempo a esta parte. Por un lado, cada vez más países occidentales cuentan al "ateísmo" como la mayor afiliación religiosa del país. Es el caso de Australia, República Checa o Islandia, y lo será a no mucho tardar de otras naciones. Por otro, el catolicismo como el islamismo siguen bien implantados y en pleno crecimiento en aquellas naciones donde la población crece. Es la paradoja del ateo, minoría mayoritaria en el apogeo religioso.
Un ejemplo. El de Australia es el más llamativo. Se trata de un país cuyo crecimiento demográfico se ha mantenido estable a lo largo de los últimos años (8,8% al alza anualmente). Para mantener su importancia, las confesiones religiosas "establecidas" (el cristianismo la principal) deberían haber mimetizado su crecimiento, cosa que no han hecho. Hoy, Australia tiene más musulmanes y budistas que presbiterianos; más hinduistas que baptistas; y casi el mismo número de sijs que de luteranos.
Pero lo que más llama la atención es que los "no creyentes" son el grupo más numeroso por encima de católicos (los más numerosos desde 1986) y anglicanos (que en 1921 eran el 41% de la población y ahora son apenas el 13,3%). En conjunto, las confesiones cristianas han pasado del 88% de 1966 a un poco más del 50% en 2016. Un dato demoledor.
Otros casos. Similares palabras podemos escribir sobre otros países. En Inglaterra el declive de la religión ha sido constante durante el último siglo ya sea en asistencia a la iglesia, en identidad religiosa o en número miembros autodeclarados. El 36% de los británicos no cree en Dios, el 48% no están afiliados a ninguna religión y el 66% nunca asiste a servicios religiosos. Da igual el país occidental que escojamos, los no creyentes están convirtiéndose, sistemáticamente, en la minoría mayoritaria.
Algo que se puede apreciar en la demografía: la religiosidad aumenta con la edad en lo que parece sugerir un progresivo reemplazo de creencias religiosas. Los datos de España son ilustrativos de este fenómeno.
El contraste. Sin embargo, la religión no para de crecer en todo el mundo: según un estudio del Pew Research Center, entre 2010 y 2050 los musulmanes crecerán un 73%, los cristianos un 35% y los hinduistas, un 34%. Mientras tanto, las personas no vinculadas a ninguna religión sólo crecerá un 3%. La consecuencia más directa de esto es que el Islam (que a principios de siglo XX no se encontraba en su mejor momento) va camino de convertirse en la religión más numerosa del mundo y que el ateísmo y sus variantes están cada vez más cerca de ser en una rareza cultural propia de los países occidentales.
¿Qué pasa? La mayoría de expertos señalan dos razones detrás de estas tendencias (que, aparentemente, están conectadas). La primera es la demografía, claro. El ateísmo arrasa en zonas con crecimientos demográficos bajos o nulos. Europa, Japón, Australia o Norte América están creciendo mucho menos que el resto de países del mundo.
La otra razón parece ser la "tranquilidad" social. Phil Zuckerman, profesor de sociología y estudios seculares en el Pitzer College, señala que los eventos traumáticos y las catástrofes aumentan la religiosidad de quienes los experimentan. El terremoto de Christchurch en Nueva Zelanda, en 2011, es un importante caso de estudio (aunque hay importantes excepciones como la del Japón de la posguerra). Sea como sea, queda mucho por investigar, pero sin lugar a dudas aquí están algunas de las claves del escenario religioso del futuro. Uno muy polarizado continente a continente.
Imagen: Levi Meir Clancy/Unsplash
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