La OCDE acaba de presentar Lectores del siglo XXI: desarrollando competencias de lectura en un mundo digital, en el que refleja la pericia a la hora de manejarse en internet por los jóvenes de 15 años de todos sus países.
Sólo el 41% de los chicos españoles fueron capaces de distinguir hechos de opiniones frente a la media del 54% de la OCDE. El grueso informe correlaciona la formación en las aulas en cómo reconocer si una información es o no fiable con la capacidad del alumno de distinguir esos dos tipos de información, y tal vez por eso nuestros jóvenes lo hagan peor: frente a la media de un 54% de jóvenes de la OCDE a los que se instruía en este campo, en España sólo se hace con el 46%, ocupando el puesto 31 de los 37 de la lista.
En resumidas cuentas, que estamos por debajo de la media en distinción de hechos de opiniones y muy lejos de aquellos que mejor saben hacerlo, como son los jóvenes de Estados Unidos (un 70% de ellos son capaces de distinguir bien), Reino Unido (67%) o Singapur (59%).
¿Qué hay de la diferencia generacional? ¿Son los jóvenes mejores o peores que los adultos a este respecto? Tres años atrás compartíamos las relevantes conclusiones de un estudio de Pew Research que se basaba en datos de EE.UU. “La gente mayor, los baby boomers, son peores discerniendo la diferencia entre hechos y opiniones que los de la generación X y los millennials”. Tenían allí peor porcentaje, se les daba medio bien discernir este tipo de información a un 82% de los menores de 49 años frente al 74% de los ciudadanos de más de 50.
Como no tenemos estadísticas sobre la diferencial generacional española, no podemos afirmar categóricamente que los jóvenes españoles de hoy tengan menos pericia que nuestros adultos. Quién sabe, tal vez al igual que en EE.UU. los chavales sean más habilidosos que sus tíos y padres, o todo lo contrario, que se les dé peor que a los cuarentañeros y cincuentañeros. Lo que sí podemos señalar que no está garantizado un porvenir de la ciudadanía llena de adultos críticos y tecnológicamente hábiles, como dicen los tópicos.
El extraordinario mito del nativo digital
"Mi niño es habilísimo con el móvil" es el tipo de comentario repetido entre los jóvenes padres, sorprendidos por cómo los pequeños se desenvuelven con los smartphones o tabletas. Desde múltiples fuentes se ha defendido la idea de que los millennials y especialmente los de la generación Z, dado que son nativos de la era de las redes sociales y del móvil, son buenísimos en el multitasking, entre otras. Pero un estudio revisado y difundido en la revista Teaching and Teacher Education concluyó que “a pesar de las afirmaciones […] no hay evidencia que sugiera que los nativos digitales sean más conocedores de la tecnología o buenos en la multitarea que los de las generaciones superiores”.
Otros estudios han indicado que los millennials tampoco son necesariamente más doctos que sus mayores en el uso de programas informáticos básicos. De hecho, según algunas encuestas estadounidenses, apenas el 58% de los millennials han dominado habilidades tecnológicas que les ayuden a aumentar la productividad en el lugar de trabajo pese a que la mayoría trabaja con medios digitales, y según otra encuesta de la OCDE, esta ya más viejuna, de 2012, sólo el 42% de ellos son capaces de hacer operaciones de una complejidad igual o superior a la localización de un dato en un Excel y enviarlo por mail.
A nivel anecdótico, Fran Moreno Galbarro, periodista en La Voz de Cádiz, comentaba que en un curso en un instituto sobre fake news descubrió que muchos alumnos creían que el certificado SSL, ese candado de la barra de direcciones que garantiza un grado de protección ante ciberataques, implicaba que el sitio era "seguro" a nivel informativo.
La idea de la generación “nativa digital” como una tecnológicamente más hábil es errónea.
Texto y programación a cambio de sociabilidad e imagen
Que los tiempos cambian y a ellos debemos adaptarnos se ha comentado en nuestro grupo editorial ampliamente. Cambiamos unas habilidades por otras y estamos inmersos en un experimento social “que no sabemos donde nos llevará; y no lo sabe nadie, ni los que están a favor, ni los que están en contra”, explicaba nuestro compañero Dronte al hablar de cómo el efecto Flynn se había estancado en los últimos tiempos, lo que implica que sí, técnicamente la generación actual va a ser la primera en tener “un coeficiente intelectual más bajo que sus padres”.
Texto
¿Es esto culpa de las pantallitas? Es lo que, por mucho que se diga, no sabemos. Sí sabemos que las dos generaciones más jóvenes (millennials y X) usan bastante más el móvil, que su uso de las redes sociales es más intenso que el de los más mayores y que aquellas apps donde el crecimiento de uso es mayor es en Youtube e Instagram, dos plataformas enfocadas a la imagen.
Ya con datos específicos de EE.UU. también sabemos que, frente a otras generaciones, han abandonado casi totalmente el uso de apps específicas de cabeceras informativas tipo El País o BBC, que su principal vía de acceso a la información proviene de las redes sociales y que demandan que la información sea más interactiva y visual para consumirla, ya que la típica noticia de 800 palabras les resulta poco atractiva, y con lo que el cambio en el modo de adquisición de la información de uno textual a otro visual pueda conllevar. Las diferencias generacionales no son calamitosas, por ejemplo, los de 35 años o más consumen información en texto en internet en un 71% de los casos mientras que los de 18 a 24 años lo hacen en un 58%, pero es una progresión clara de abandono de las letras en favor de la imagen.
Hay una segunda dimensión, la que nos hace pensar en cómo el internet con el que tuvimos que crecer puede haber cambiado nuestra manera de desenvolvernos en él. La era de las redes sociales y el posterior al 2.0 presentó unos entornos altamente acomodados para los usuarios mientras que los de la generación X recordarán que era necesario adquirir conocimientos previos para poder moverse fácilmente, desde saber algo de C++ o HTML, por ejemplo, a saber inglés para encontrar según qué cosas. Muchos jóvenes apegados a sus móviles apenas han conocido el mundo de la construcción de las torres o los riesgos de los virus. En todos los casos suponían retos intelectuales para poder llegar a la ansiada red, pero que te hacían más experto en el medio y, por tanto, preparado para las contrariedades que se te puedan presentar. Hoy lo que se percibe en los jóvenes es más un dominio de la expresión personal en sus perfiles sociales así como una especialización en campos de producción más específicos: edición de vídeo, streaming, etc.
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