Ver las estrellas es una idea quimérica para todo habitante de ciudad. La fuerte iluminación presente en todos los asentamientos urbanos del mundo ha borrado de nuestro cielo la visión de la mayor parte de elementos celestes que, en tierras más alejadas de las aglomeraciones, aún se disfrutan. En general, tenemos una idea aproximada de cuándo comienza a verse el cielo nocturno: conforme salimos de la ciudad.
¿Pero en qué grado afecta la contaminación lumínica al mundo y cuáles son las zonas más o menos afectadas? Ahora lo podemos observar a golpe de mapa gracias al trabajo de un grupo de investigadores de universidades de todo el mundo publicado en Science Advances.
El trabajo es uno de los más completos en su campo, y el último en ilustrar con una impresionante nitidez el alcance de la contaminación lumínica en los cinco continentes. Las diversas zonas del mundo afectadas se marcan con diversos colores: aquellas aglomeraciones en blanco o rojo no ven o tienen dificultades para ver siquiera la Vía Lactea. Naranja y amarillo comienzan a ver algunos elementos del cielo. A partir del verde mejora, y azul oscuro es el mejor de los prospectos en tierra (especialmente en Europa). Negro: visibilidad total.
Una quimera para los habitantes de las zonas más desarrolladas. En la costa este de Estados Unidos o en la práctica totalidad de Europa simplemente hemos dejado de ver las estrellas por culpa de la intensa iluminación, que, además, causa problemas a las aves migratorias o a nuestros ciclos circadianos. El estudio calcula que un 99% de los europeos vivimos sin ver las estrellas (llora, Coelho). Se libra África, donde países como el Chad tienen a más de tres cuartas partes de su población bajo un alucinante cielo celestial.
Además de mostrar cómo es el hoy, el estudio también se fija en el futuro de la iluminación LED y del aún más dañino efecto que la contaminación lumínica puede tener en nuestro entorno. Al parecer, la instalación progresiva de bombillas de bajo consumo pero mayor potencia podría duplicar por dos o tres a corto plazo la extensión de las zonas rojas o naranjas del mapa. Esta es una comparativa de Europa hoy respecto al posible futuro que nos espera.
Como era de esperar, es África el continente donde menos contaminación lumínica se registra. De los 20 estados menos afectados, 19 son africanos. Su mapa, exceptuando el puñado de aglomeraciones urbanas gigantescas (pero no bien abastecidas) que están creciendo en el seno del continente, está vacío. Las zonas de Asia o América en negro apenas están pobladas, lo que resulta en una mayor parte de la población viviendo bajo el efecto de la luz artificial (Argentina, por ejemplo, tiene gran parte del territorio en la oscuridad, pero ahí no vive nadie, de ahí su presencia en el top 20).