Los mil millones de usuarios activos que acumula Instagram confirman una cosa: la red social está más presente que nunca en nuestra vida cotidiana. Ya no solo vemos a Rosalía en directo a través del smartphone, sino que retransmitimos nuestras vacaciones a través de los mejores filtros y, en algunos casos, de las peores prácticas. Y es que, el turismo instagrameable ha popularizado la tendencia de hacerse fotografías con los animales salvajes presentes en el hábitat del destino a visitar. Lo mismo sirven los perros de Chernóbil que los Quokkas australianos. El objetivo es común: cuántos más likes mejor.
Selfies cautivos. La conferencia internacional sobre pingüinos celebrada en Nueva Zelanda hace tan solo unos días, dedicó especial atención a abordar un problema cada vez más recurrente en colonias de animales y reservas naturales: la falta de respeto de los turistas hacia la fauna que allí habita. Y es que, según este estudio elaborado por World Animal Protection, los selfies con animales salvajes han aumentado un 292% desde 2014 hasta la actualidad. Si tenemos en cuenta que en septiembre de 2014, Instagram tenía 200 millones de usuarios frente a los 1.000 millones actuales, la progresión de esta tendencia se comprende aún mejor.
Consecuencias. La luz azul de los teléfonos móviles y, en el peor de los casos, los flashes de los turistas menos discretos no son inocuos para los animales. Este tipo de estímulos interrumpen hábitos como la alimentación, las relaciones o el apareamiento entre los animales debido a que suponen una situación de estrés para ellos. El biólogo Philippe Sedon aseguró a The Guardian que estas prácticas han llegado a influir incluso, en las tasas de natalidad de los animales más expuestos.
El tipo de foto sí importa. A pesar de que hay reservas como la colonia de pingüinos de Nueva Zelanda donde el uso de cámaras está prohibido, no en todos los lugares existe un veto a la fotografía. Pero que no exista no quiere decir que podamos posar con un koala como si fuese el pato Donald en Disneyland París. Por todo ello, el anterior estudio establece una distinción entre fotos respetuosas y fotos no respetuosas.
Está considerado un "buen selfie" aquel en el que la persona no entra en contacto con el animal ni tampoco con su entorno, priorizando su libertad sobre el resultado final de la foto. Por otro lado, todas aquellas imágenes donde exista un contacto físico están consideradas irrespetuosas. Aun así, estas últimas ocupan el 40% de las fotografías de animales salvajes presentes en Instagram.
Cambio en las políticas de Instagram. Mientras la guía de uso de Instagram es especialmente estricta en el terreno sexual donde el pezón femenino lleva años vetado, en el terreno animalista, las políticas de Instagram brillan por su ausencia. De hecho, la palabra "animal" tan solo aparece una vez dentro de las normas comunitarias y lo hace para advertir de la prohibición de utilizar Instagram como una plataforma de venta de animales.
Por ello, desde World Animal Society solicitan a Facebook la implementación de un filtro cruelty animal que vete todas aquellas fotografías donde el usuario esté utilizando al animal como un accesorio fotográfico más.
Reinterpretación del complejo del salvador blanco. La problemática en términos éticos es muy similar a la derivada del comportamiento de los turistas en países subdesarrollados. El complejo de salvador blanco hace referencia a esa actitud en la que el visitante se fotografía junto a los niños de la zona con un único objetivo: mostrar a sus seguidores su buena acción del día, olvidándose de aspectos como la privacidad de los menores a los que fotografía.
Mientras en el ejemplo anterior se da por sentado que los padres de los niños están de acuerdo en que la cara de sus hijos se suba a un perfil de Instagram, en el caso de los animales sucede algo parecido: no se prioriza el bienestar del animal porque lo que importa es la fotografía. Esta nueva configuración del turismo instagrameable lo mercantiliza todo y convierte, de forma indirecta, a los animales en meros accesorios que utilizar en las fotografías.
Imagen: Erik Mclean/Unplash
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