Uno de los estudios más apasionantes de las culturas y civilizaciones es el de los ritos y sus costumbres. Desde nuestra perspectiva, muchas veces no podemos comprender por qué lo hacían, pero para ellos tenía todo el sentido del mundo. En muchos de esos rituales estaban presentes las drogas y acciones más que vemos extrañas, como lanzar vacas a un volcán, y la muerte también era protagonista. Y no una muerte normal y corriente, sino una cruel y que iba asociada a la mutilación.
De eso sabían mucho diferentes civilizaciones mesoamericanas como la maya o la zapoteca. Los restos de 14 cráneos humanos encontrados en Cholula vuelven a mostrar que los mixtecos no se quedaban atrás.
Una industria de muerte. Un aspecto interesante de muchas de estas civilizaciones es la muerte. En Egipto había una lucrativa industria enfocada a maximizar los beneficios tras un fallecimiento importante. En Yucatán no tenía tanto que ver con el negocio, sino con los rituales. Un ejemplo es el estudio de ADN de numerosos restos descubiertos en una cámara subterránea en 1967 en los alrededores de la ciudad maya de Chichén Itzá.
En el estudio se analizó el ADN de 64 de las 106 víctimas y se descubrió que todos eran niños varones y, al menos, una cuarta parte estaban estrechamente relacionados con otra persona dentro del entierro. En otro análisis de 20 cuerpos, la conclusión era que los prisioneros de guerra eran decapitados, mutilados y abrasados al borde de la calcinación.
Ofrendas. Y estas civilizaciones lo hacían por un motivo: ofrendas para conseguir mejores cosechas, lluvias o crecidas en los ríos. Es algo que también se puede observar en 14 cráneos humanos encontrados en Cholula, Puebla, durante una excavación realizada en 1981. La investigación reveló que están vinculados al Posclásico Temprano (año 900 a 1.200 aC) y que todos fueron colocados a la vez tras un proceso de decapitación.
El estudio mostró que todos los cráneos tenían una textura cerosa y cambio en la coloración, lo que apunta a que se hirvieron y, además, presentaban una modificación tabular y un gran número de 'huesos semilla' que los arqueólogos e historiadores creen que eran usados en rituales y ofrendas asociadas con la agricultura.
Cráneos. Ahora bien, estudiar estos cráneos es interesante porque pueden aportar muchísima información sobre estas civilizaciones. Ver la precisión de los cortes en los procesos de decapitación nos hablan de que sabían perfectamente lo que hacían y tenían un programa sistemático para ello, pero también nos habla de los individuos.
Un ejemplo es uno de los cráneos encontrados en Cholula durante las exploraciones de 1967 a 1970, ya que presentaba tres características que llamaron la atención de los investigadores: una deformación craneal intencional; presencia de los mencionados 'huesos semilla', que son los huesos suturales o wormianos que pueden ofrecer pistas sobre el desarrollo y evolución del cráneo, así como la identidad y el origen étnico de ese humano en concreto; además de un hueso puntiagudo en uno de los laterales.
Eso si no los rompemos mientras los exponemos, como ocurrió con un cráneo de unos 700 años de antigüedad que cayó al suelo durante una presentación y quedó destrozado.
Cultura a través de la cerámica. Aparte de conocer más sobre los mixtecos y la cultura mesoamericana gracias a los restos óseos, los investigadores se apoyan en otros objetos como materiales cerámicos. En el caso de la cerámica de Puebla, los arqueólogos pudieron apreciar (pese a un estado de conservación poco óptimo) que había representaciones de montañas, cuevas, ríos y una isla. Esta iconografía cuenta con líneas ondulantes, marcos y bandas en color negro y diferentes elementos asociados al agua y su movimiento.
Los historiadores consideran que los mixtecas decoraban las cerámicas con diferentes temáticas para 'ofrecerlas' a esos espacios en forma de ofrenda. En el caso de las cerámicas encontradas, el paisaje acuático posiblemente estaba dedicado al agua dulce y enfocado a tener fortuna en la actividad agrícola. Ahora bien, también admiten que este tipo de representaciones no ha sido ampliamente estudiada en la zona de Cholula.
Lo que está claro es que, a través de los restos humanos que aparecen cada cierto tiempo, la iconografía y los materiales que seguimos encontrando, vamos colocando más piezas en ese enorme puzle de las civilizaciones prehispánicas de México.
Imágenes INAH 1, 2, Lorena Vázquez Vallin (INAH)
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