Reino Unido tiene un mes por delante para decidir de qué modo quiere abandonar la Unión Europea. Por el momento nadie parece tenerlo claro: mientras May sigue presionando en la Cámara de los Comunes para aprobar un acuerdo rechazado tanto por su partido como por la oposición, la sombra del "no deal" se acrecenta día a día. Y hay otra previsible víctima en el horizonte.
La dieta de los británicos.
¿Por qué? Porque en caso de Brexit sin acuerdo Reino Unido tendrá que imponer tasas arancelarias a los productos alimentarios provenientes de la Unión Europea. Lo confirmó ayer Michael Gove, ministro de Medio Ambiente y entusiasta brexiteer. Es una medida lógica: sin acuerdo, las relaciones comerciales de Reino Unido se regirán por el mínimo común denominador de la Organización Mundial del Comercio.
¿Qué significa? Que el país tendrá que elegir: o aranceles para todos o aranceles para nadie. No podrá discriminar hasta que no tenga tratados bilaterales aprobados, lo que llevará tiempo. Dadas las circunstancias, Reino Unido no podría permitirse abrir sus mercados sin aranceles de ningún tipo. Los productos baratos de países más pobres perjudicarían a los agricultores y ganaderos locales.
Entonces... Los cítricos, las verduras y las carnes europeas que hoy abastecen los supermercados dejarán de competir en igualdad de condiciones. Los productores locales podrán vender más barato (aunque juzgan el "no deal" catastrófico). Buenas noticias, eso sí, para los entusiastas de la ¿peculiar? gastronomía británica: el haggis, el pastel de riñones y el pudding de carne volverán a cotizar al alza.
A cambio, los pescaderos o agricultores británicos podrán encontrar dificultades en la exportación a Europa.
La frontera. Hay más cuestiones irresueltas. Se espera que miles de camiones cargados de alimentos queden bloqueados en los puntos fronterizos de la isla (como Dover). Ahora mismo los bienes fluyen con agilidad entre Europa y Reino Unido gracias al mercado único. Sin acuerdo, Londres tendrá que imponer registros aduaneros que demorarán el tránsito de camiones y el abastecimiento.
¿Por cuánto tiempo? Probablemente por meses.
¿Habrá escasez? Puede ser. Es probable que los consumidores británicos encuentren menos hortalizas españolas y carnes alemanas en sus tiendas de confianza (y que las que encuentren sean más caras). El problema alimentario se suma al de los fármacos: se espera que el país pierda inversión, mano de obra cualificada, laboratorios y, quizá, acceso regular a algunos medicamentos críticos para muchos enfermos.
Imagen: RAF Lakenheat
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