Francia sí está en guerra con un estado: así se ha fundado ISIS y así se financia

"El ISIS tiene más capacidades que Al Qaeda. Tienen más hombres. Tienen más dinero. Tienen más disciplina, están más entrenados. Son una amenaza mucho mayor que la que suponía Al Qaeda". El experto en antiterrorismo Richard Clarke reconocía ayer un problema que Occidente no ha sabido afrontar hasta la fecha: que un pequeño grupo jihadista fundado en 1999 y que formó parte de Al Qaeda durante 10 años ha crecido hasta convertirse en un autodeclarado país terrorista.

Es una historia de terror de un "califato" que empieza con la Segunda Guerra de Irak, se alimenta de la guerra civil siria, controla varios campos petrolíferos y extiende sus acciones desde los recientes atentados masivos de Francia hasta Afganistán.

ISIS: un estado que genera decenas de millones de euros al mes

Mapa de la BBC mostrando las zonas controladas por el ISIS y los principales focos de ataques aéreos.

Conviene escuchar a Richard Clarke. Se trata de un tipo que, cuando trabajaba para la Casa Blanca, ya avisó en julio de 2001 que algo gordo iba a pasar. En la actualidad, el ISIS no sólo ha demostrado que es capaz de azotar el corazón de Europa, sino que se trata de una nación de facto cuyo territorio abarca todo el noroeste iraquí y una buena porción de Siria, con Raqa como capital no oficial.

Se trata de un plan que algunos expertos, como Aaron Zelin, señalan que data de hasta 2006, con la fundación de la primera versión del ISIS: un Estado Islámico que aglutinó a varios grupos insurgentes y terroristas para dar forma a un nuevo país.

Según Aaron Zelin, este mapa de 2006 señala la extensión (y los campos petrolíferos) del terreno que deseaba conquistar el ISIS.

Uno que cuenta con recaudación de impuestos, organizaciones territoriales, burocracia y hasta instalación y mantenimiento de infraestructuras. Raqa es un ejemplo de cómo un grupo terrorista, con el apoyo de parte de la antigua élite de Sadam Hussein, ha crecido hasta convertirse en un miniestado, capaz de sacar partido a cada infraestructura que controlan.

El caso de al-Omar es un buen ejemplo. Se trata de un campo petrolífero que el ISIS tomó en julio de 2014. Y que, desde entonces, se ha convertido en un negocio de venta de petróleo en el que, como asegura el Financial Times, se mueven colas de hasta seis kilómetros de camiones cisterna, dispuestos a comprar petróleo de contrabando a un precio de entre 25-30 dólares el barril. Un campo como el de al-Jibssa, en la región Siria de Hasaka, le da al ISIS unos 75.000 euros diarios.

Y eso son sólo los campos sirios, viejos y agotados. ISIS controla en Irak al menos media docena más de campos petrolíferos, que antes de la conquista producían entre 400.000-500.000 barriles diarios. Con los que no sólo financian operaciones terroristas como la de Francia, sino que mantienen salarios entre todos sus "empleados". The Guardian estima que un soldado cobra unos 470 euros al mes y un oficial unos 1.100 euros. Los países en los que han establecido su territorio, Irak y Siria, cuentan con salarios mínimos por debajo de los 300 euros.

El problema, hasta la intervención de Rusia y los efectos aún por ver del ataque a Francia en la campaña, es que los bombardeos internacionales sobre las posiciones de ISIS han evitado hasta hace poco atacar las infraestructuras petrolíferas. Por poner un ejemplo, de los más de 10.000 bombardeos de la coalición desde agosto de 2014 sobre el territorio del ISIS, menos de 200 se han dirigido contra los campos petrolíferos.

Las razones son más complejas de lo que parece. Al miedo a dañar permanentemente estructuras "a recuperar", se une un segundo problema: el ISIS está vendiendo ese petróleo a contrabandistas que operan en Turquía, las zonas de Siria aún controladas por el gobierno de Assad y el Kurdistán que pelea contra ISIS y controla la franja noreste de Siria e Irak. Sin ese petróleo (o la electricidad que también venden a los gobiernos contra los que pelean), el efecto sobre la capacidad y la población de esas facciones podría ser devastador... Y acelerar la conquista del Estado Islámico.

Bombardeo sobre posiciones de ISIS en Kobane, Siria. Octubre de 2014.

Sin embargo, Estados Unidos se ha dado cuenta de que o cortan literalmente el grifo de ingresos del ISIS (que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos calcula en 38 millones de euros mensuales) o las cosas se complicarán más todavía. Hace menos de un mes, se dio luz verde a la Operación Maremoto II, llamada así en homenaje a la original, destinada en 1943 a cortar los suministros petrolíferos que los nazis sacaban de Rumanía. La guerra ha entrado en una nueva fase, 16 años después de que un fanático sunita montase un campo de entrenamiento en Afganistán, con menos de 50.000 dólares proporcionados por Osama Bin Laden.

Los orígenes: Organización para el Monoteísmo y la Jihad

El jordano Abu Musab al-Zarqawi se encontró con un problema cuando viajó hasta Afganistán para unirse a la lucha muyahidín contra los soviéticos: los rusos ya estaban en retirada. Pero al Zarqawi no hizo el viaje en balde. Durante su estancia de tres años con los guerrilleros afganos, aprendió lo necesario para montar en 1992 una primera red terrorista compuesta por células independientes en varias regiones, Jund al-Sham (Soldados de Levante). Sus objetivos primordiales: derrocar la monarquía "apóstata" de Jordania, establecer un califato sunita en Levante (denominación para la región en la cuenca este del Mediterráneo que comprende, entre otros, territorios de Chipre, Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Turquía, Israel y Palestina) y acabar con Israel. El líder terrorista acabó en la cárcel.

Fue liberado años después gracias a una amnistía concedida con motivo del ascenso al trono del rey Abdalá II de Jordania, en febrero de 1999. Volvió al terrorismo, pero sus planes para cometer una cadena de atentados durante las celebraciones del año 2000 fueron descubiertos y tuvo que huir a Pakistán. Y de allí a Afganistán. Fue entonces cuando Bin Laden financió su nueva organización terrorista independiente: Jama'at al-Tawhid wa-al-Jihad. La Organización para el Monoteísmo y la Yihad.

Su primera actividad fue la creación de un centro de entrenamiento para terroristas y guerrilleros (especialmente militantes jordanos) en la afgana Herat. Mientras Bin Laden planeaba el 11S y se concentraba en "el enemigo lejano", al-Zarqawi planeaba ataques contra Israel y atentados -frustrados- en Alemania.

La oportunidad: Al Qaeda en Irak

Tras el 11S, al-Zarqawi se unió a la resistencia talibán. Herido durante la invasión afgana, huyó a Irán, donde recibió tratamiento médico con la protección del régimen iraní, que denegó su extradición a Jordania. La Segunda Guerra de Irak le dio la oportunidad que estaba buscando: trazó un plan que iba mucho más allá de combatir a las fuerzas occidentales presentes en el país, retomando sus conceptos primigenios de establecer un califato sunita. Con su interpretación del Islam, todos los musulmanes que no profesaran sus principios y su lucha se incluían en su takfir, equivalente a la excomunión.

Desde el verano de 2003, al-Zarqawi inició una campaña de atentados suicidas y coches bomba. Se le atribuyen las explosiones que dejaron 17 muertos en la embajada jordana en Bagdad y el ataque a la Cruz Roja y cinco comisarías en octubre de ese mismo año. Lo que empezaron como actos de hostigamiento y terrorismo contra las fuerzas invasoras ocultaban una campaña total contra los chiítas, algo que no sentó bien en el mundo árabe. Aún así, el líder yihadista juró lealtad a Bin Laden en 2004 y recibió el título de Emir de Al Qaeda en el País de los Dos Ríos (Irak). Su organización pasó a denominarse Al Qaeda en Irak, aunque seguía operando de manera independiente.

Mezquitas, reclutas de la Guardia Nacional iraquí, líderes políticos, objetivos civiles... Nada estaba a salvo de al-Zarqawi, cuya campaña de terror mediático se extendió a las decapitaciones de prisioneros occidentales (al menos en un caso, se cree que el propio Zarqawi actuó como verdugo). Y a sus viejos objetivos: Al Qaeda en Irak reclamó inmediatamente la autoría de un triple atentado en hoteles de lujo en Amán en 2005. Algo que provocó tensiones con los líderes de Al Qaeda, que no veían con buenos ojos los ataques indiscriminados contra otros musulmanes.

El 7 de junio de 2006, dos F-16 norteamericanos soltaron dos bombas guiadas de 230 kilos, terminando con tres años de cacería a uno de los hombres más buscados del planeta. Al-Zarqawi murió ese día. Dejó tras de sí una población suní aterrada por las posibles represalias de la mayoría chiíta y un ejército de guerrilleros dispuestos a todo. Al Qaeda en Irak ya era la referencia de al menos cinco grupos insurgentes más.

El refugio bombardeado de al-Zarqawi.

El Estado Islámico en Irak

Los seis grupos del Consejo Muyahidín, como se hacían llamar AQI y sus aliados, se fusionaron con otras cuantas organizaciones en octubre de 2006, declarando el Estado Islámico de Irak, que intentaba funcionar como un pequeño país. Tenía su propia capital (Baquba); el control de varias zonas petrolíferas (más un imperio criminal muy lucrativo) que aportaban varios millones de dólares al mes a la organización; y hasta un gabinete de ministros nombrado en 2007. Su líder, Omar al-Baghdadi, era tan misterioso que los expertos occidentales creían que se trataba de una invención de al-Masri, el sucesor de Zarqawi como líder de Al Qaeda en Irak.

Sin embargo, pese a que controlaba buena parte de la zona de Mosul y contaba con ingresos y hombres, parte de los sunitas iraquíes dijeron basta: se organizaron en grupos de milicias y empezaron a atacar al Estado Islámico, en colaboración con las fuerzas occidentales. El EIA perdió fuerza y empuje, y tuvo que replegarse. En 2010, al-Masri y Omar al-Baghdadi caían en Tikrit en una operación conjunta del ejército iraquí y el estadounidense.

El sucesor de ambos, Abu Bakr al-Baghdadi, probó una nueva estrategia: los antiguos dirigentes y oficiales de Sadam Hussein, miembros del partido único Baaz, echaban de menos el poder y conocían todos los resortes del pueblo iraquí. El Estado Islámico de Irak sedujo a unos cuantos para que actuasen como líderes de un renovado califato.

Después de todo, cerca de 400.000 militares y oficiales se habían quedado sin trabajo después de las leyes que prohibían a los que tuviesen que ver con la estructura de poder de Sadam cualquier tipo de puesto público o acceso a pensiones. Parte de esa población fue componente activo de la primera insurgencia iraquí, y a ellos se dirigió al-Baghdadi para montar un renovado Estado Islámico, que extendió su influencia durante esos tres años con nuevos métodos: gobierno, financiación, reclutamiento. El ISIS, denominado así en 2013, cuando ya se habían extendido a Siria aprovechándose de la guerra civil, hace años que funciona como un pequeño país cancerígeno.

Rojo oscuro: área controlada por ISIS en rojo oscuro. Naranja: zonas de influencia y "protectorados". Amarillo: objetivos terroristas.

Y la situación actual no es nada halagüeña: el dinero de ISIS se está empleando para poner en marcha "protectorados independientes" que extiendan su régimen. Y financiar operaciones terroristas como las de Francia. Peor, en 2014 dejaron caer la extensión "de Irak y Levante" para denominarse Estado Islámico a secas. Sus intenciones: expandirse por media África, la Península Ibérica y controlar todo Oriente Medio. Ya no buscan un califato. Van a por un imperio.

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