Customizar Game Boys es la nueva obsesión de los millennial: la nostalgia ha inundado Instagram

Mizucat es una artista multiformatos que aplica una estética “semirrealista y manga combinada con estilos de los 80 y primeros 90”. Sus dibujos nos retrotraen a Sailor Moon y La Familia Crece, entre otras. Hace dos días puso a la venta unos artículos personalizados en su canal de Etsy de lo más peculiares: Game Boys restauradas, completamente funcionales, con ese colorido propio de la época que le interesa como artista. A los pocos minutos escribía a sus seguidores en Twitter que, lamentablemente, la caza había terminado: había vendido todos los modelos en menos de dos minutos.

Modding es como se conoce en el mundillo gamer a la customización de consolas. El fenómeno en sí no es ninguna novedad: ya en 2006 hablábamos de este hobby que atrae a miles de aficionados de todo el mundo desde hace décadas. Pero, tal y como se percibe desde diferentes espacios, el modding está viviendo un pequeño boom desde hace un par de años entre la generación millennial, que se ha lanzado a cacharrear con sus míticos juguetes de la infancia saliendo del nicho de jugadores o restauradores hardcore y convirtiéndolo en una práctica más mainstream.

Paula García, periodista en Eurogamer, se sumó a la corriente hace cuatro meses y en este tiempo lleva ya hechas “varias decenas” y con un precio que suele rondar los 100 euros la unidad si quieres hacer la consola por completo y no cuentas ya previamente con algunas piezas. Empezó como nos cuenta que empieza más o menos todo el mundo, restaurando de la forma más fiel posible una Game Boy que tenía por casa de cuando ella era pequeña, en su caso una Advance, pero en este tiempo ha experimentado con imprimaciones, brillantina, calcomanías y mucho más, y ahora está haciendo customizaciones para sus amigos.

Su motivación es, también, la que creemos que comparten muchos compañeros de entretenimiento: “el aburrimiento de los confinamientos. Aquí en Zaragoza con los toques de queda y las limitaciones a la hostelería no había mucho que hacer, y me apetecía hacer cosas nuevas. Hace poco le hice a mi novio una inspirada en Evangelion y ahora voy a seguir probando con otras modificaciones estéticas”.

Pero la tormenta perfecta para la gestación del boom no la ha propiciado sólo el inmovilismo vital pandémico, sino también la propia edad de sus potenciales aficionados: “está claro que el factor nostalgia es el más importante aquí”, nos explica Bruno Toledano, periodista en El Mundo y otro modder de la misma quinta que García. “Te sorprendería la de gente que se compra o repara una consola vieja para luego apenas usarla. Descubres que tu consola se ve mejor que nunca, juegas cinco minutos al juego que recuerdas que jugaste de niño y te das cuenta de que ya no te divierte como entonces porque los videojuegos han cambiado, no es Fortnite. Estamos ante un consumismo puro y duro, muy de nicho y con factor nostalgia”.

Si paseamos la vista por estos rincones vemos que proliferan las referencias a Pokémon, Kirby, Super Mario y otros grandes clásicos de la casa, pero también estéticas retro como la que precedía este artículo, colores pastel, rollo ochentero y en general un universo referencial indolente puramente millennial. La Game Boy es al mismo tiempo uno de los cacharros más sencillos de reparar y la videoconsola estrella de la infancia de los que hoy tienen algo de ahorros, empiezan a notar el hastío de la adultez y han tenido que quedarse encerrados en casa mientras el cuerpo les pedía salir.

Fue con todo este con lo que el mercado intuyó su oportunidad. Si bien una Game Boy no es compleja de modificar, la barrera de entrada era un pelín alta de partida porque requería tener ciertos conocimientos sobre soldadura. Pero ocurrió que algunas compañías como la china FunnyPlaying empezaron a experimentar a principios de 2020 con pantallas IPS con las que no hace falta soldar, las conectas y listo.

Con esos nuevos diseños de pantallas los de FunnyPlaying aumentaron su distribución tanto con proveedores locales de Reino Unido y Estados Unidos como por Aliexpress, y de ahí al éxito: como nos explica García, “aunque hace unos meses era fácil encontrar en Wallapop Game Boys por unos 30 euros, ahora diría que el precio medio está en torno a los 40 o 50”. Otra señal: “yo noto que estamos en fase de expansión porque si buscas tutoriales en YouTube lo que te encuentras son canales como de hace 10 años con una resolución horrible o… un montón de vídeos del mes pasado. Ah, y si entrabas en 2019 en el subreddit de Game Boy lo normal era que te encontrases algunos mensajes sobre gente que enseñaba cómo había modificado la consola pero también un montón de post sobre los juegos, historia y demás. Ahora casi todos los posts van únicamente sobre modding”.

Además, aunque en Instagram siguen siendo muy potentes tres o cuatro grandes cuentas del ámbito, que casi siempre llevan también asociadas tiendas online (Deadpan Robot, Retromodding o Zedlabz), ahora hay infinidad de pequeñas cuentas que muestras customizaciones propias. “Cuando he terminado de montarla siento que ha recuperado la gloria de un tiempo pasado”, explica Toledano. El Rosebud generacional lo está propiciando Nintendo.

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