Llega el verano, la época más esperada para cualquier niño. Hasta tres meses de vacaciones para ir a la piscina o a la playa, jugar con los amigos, o simplemente disfrutar en el parque. Sin embargo, después de un año de trabajo y esfuerzo, de clases, deberes y extraescolares, ahora en verano también les toca hacer las tareas. Los expertos no se ponen de acuerdo en si los niños deberían hacer deberes de verano, pero la mayoría aboga por que no. El verano está para disfrutar y descansar.
La realidad es que las agendas de los más pequeños están cada vez más cargadas de actividades y hace que cada vez tengan menos tiempo para jugar o elegir en qué emplearlo.
Agobiados. Pongamos que cada profesor le manda a sus alumnos un cuadernillo para que repasen lo aprendido en su asignatura. ¿Resultado? Niños tan agobiados como durante el curso escolar. También los adultos nos vamos de vacaciones y no nos llevamos el trabajo para no perder el ritmo, ¿no? Según la Organización Mundial de la Salud, en España los niños dedican demasiado tiempo a hacer deberes durante el curso y alertan sobre los aspectos negativos que esto conlleva, tanto en salud física como mental, debido a la presión constante que se les impone.
Datos y derechos. Según la OCDE, Finlandia, líder en resultados académicos, apenas manda deberes. Si lo hacen, se demuestra de alguna manera que el método aplicado en el colegio no es efectivo porque no han bastado las horas lectivas. Allí los niños deben descansar física y emocionalmente. Además, el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.
Lo bueno. Si bien es cierto que es bueno que los niños hagan deberes en verano, porque les ayuda a reforzar lo aprendido, se debería tener en cuenta la cantidad. Y sobre todo, que puedan compaginar el tiempo para compartirlo con amigos y familia. Si el alumno está más flojo en alguna materia, reforzarla, sí. Pero el tiempo que los expertos recomiendan va desde los 15 minutos a la hora. Eso sí, la lectura podría ser esencial para que sigan aprendiendo: comics, cuentos, todo vale.
Lo malo. No tienen tiempo para desconectar. Estar unos meses sin tocar un libro contribuye a que se relajen y a que afronten el curso siguiente con más energía y ganas. Además, se sienten más libres y motivados para usar su tiempo en explorar lo que les apetezca. Aburrirse también saca la creatividad e imaginación de cada uno. Además, hacer deberes conlleva una pérdida importante de tiempo y da como resultado la desmotivación, el aislamiento y la poca interacción con el resto.
Qué dicen los expertos. En este reportaje de El Periódico de España, el psicólogo Rafa Guerrero lo dejaba claro: "No, no soy partidario. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad". En el mismo artículo, Francesc Nogales, nombrado mejor docente de primaria en 2021, se sumaba a las mismas conclusiones: "Soy partidario de que los niños sigan aprendiendo, pero con actividades no académicas. Más que deberes, llamaría a estas actividades placeres. Algo así como ver una puesta de sol, ir a un museo, al zoo, hacer una ruta por la montaña, mirar las constelaciones por la noche, mandar una carta a un amigo...".
En este otro artículo de EL PAÍS, Eva Bailén, autora de Cómo sobrevivir a los deberes de tu hijo, tampoco tiene dudas. Inició hace algún tiempo una campaña por la racionalización de los deberes y ahora considera que tanto en verano como durante el curso, la opción por defecto debería ser que no hubiera deberes: "Para mí, el colmo del sinsentido es que se manden deberes todos los días, de manera generalizada y las mismas tareas a todos los niños. Acaban con la curiosidad por aprender y son tremendamente injustos. Los niños que han trabajado durante todo el curso, parece que no ven reconocido su esfuerzo y trabajo con unas buenas vacaciones".
El concepto está cada vez más anticuado. Muchos expertos defienden a su vez una visión no tradicional del concepto de deberes que no esté tan desafasado. Muchas veces, los pequeños realizan tareas en verano para luego no recibir ni las correcciones. Según este artículo de Vivaelcole, pedagógicamente no es productivo hacer una tarea en la que no siempre llega un feedback. Es decir, no debemos entender los deberes de verano como un cuadernillo que simplemente hay que rellenar. Aprender se puede hacer de otras formas: viajando, visitando museos, etc. Incluso jugando.
Y si creemos que los niños deben rellenar esos cuadernillos por fuerza mayor, también podemos acabar creyendo que el proceso de aprendizaje tiene lugar sólo en el colegio. Y no es así.
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