Hay algo en el libro de José Bretón que ha traspasado una línea roja aunque llevemos años enganchados a true crimes espeluznantes

José Bretón se ha vuelto a convertir en el ojo del huracán. Sus crímenes siguen dando que hablar

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El caso José Bretón, resucitado años después de su condena a causa de la publicación del libro de Luisgé Martín 'El odio', ha dado un nuevo giro. Por un lado, la Fiscalía ha recurrido contra la publicación del libro y acusa a Anagrama de no facilitarle el libro, como era su obligación llegal. Y Anagrama, casi simultáneamente, ha decidido paralizar la distribución de forma indefinida. Este suceso extraordinario genera innumerables preguntas: ¿por qué 'El odio' y no otros libros anteriores? ¿Qué tiene de particular el caso de José Bretón, por qué se le considera culturalmente inaceptable? ¿Va a cambiar en algo el true crime a la española a partir de ahora?

Quedará inédito. El libro que reconstruye el crimen de José Bretón, que asesinó a sus dos hijos en 2011, finalmente no llegará a las librerías. Anagrama ha publicado un nuevo comunicado en el que afirma que “voluntariamente, se mantiene en su decisión de respetar la petición de las medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía para paralizar la distribución de la obra”. También lamentan el dolor que las informaciones sobre la publicación puedan haber causado a la madre, Ruth Ortiz, y aseguran que obras como 'El odio' requieren una dosis doble de responsabilidad y respeto.

Reacción a la contra. Anagrama se ha encontrado con una fuerte reacción a 'El odio': no solo en redes sociales y en las propias librerías ha habido movimientos en contra del libro, sino que opinadores de todo signo se han manifestado a favor y en contra de la edición. Sin duda ha sido todo ese movimiento indeseado el que ha llevado a Anagrama a publicar este segundo manifiesto, que se retractaba del emitido hace unos días, y en el que reivindicaban su derecho a publicar 'El odio'. Si los propios asesinatos abrieron en su momento el debate y la condena a la violencia vicaria que Bretón había ejercido sobre su mujer, este libro lo ha hecho con un tema mucho más complejo: la libertad de prensa y expresión frente el derecho al honor de los afectados por el texto.

Voz al asesino. Es indiscutible que 'El odio' hace algo poco frecuente: darle voz al asesino. Pero no es algo absolutamente inédito: innumerables documentales que entrevistan a asesinos en prisión lo han hecho previamente, y documentales como el prestigiosísimo 'The Act of Killing' se han ganado toda su fama precisamente por la reflexión sobre la personalidad criminal que suscitan las reflexiones en primera persona de los genocidas que aparecen en él.

Y 'El odio', además, no es una película o un podcast, sino un libro, que paradójicamente debería vestir de "legitimidad" el experimento, o al menos, de una coartada intelectual de la que carecería el mismo producto si fuera, por ejemplo, un reportaje de televisión.

El odio no es un caso excepcional. Lo auténticamente singular del caso es que este libro haya marcado una línea roja que antes no existía con obras comparables. El libro de Manuel Jabois 'Nos vemos en esta vida o en la otra' entraba en la trama asturiana del 11M dando voz a los criminales, y recientemente ha sido adaptada en una serie de televisión. Recientes series de Netflix, como las de la antológica 'Monstruo' o 'El cuerpo en llamas' describen los hechos desde el punto de vista de los asesinos. Innumerables podcasts, empezando por el popularísimo 'Criminopatía' describen los crímenes con todo lujo de detalles y hacen todo el esfuerzo posible por introducirse en la mente del asesino. Aunque se les acuse de morbosos nadie habla de retirarlos. ¿Qué tiene de distinto 'El odio'?

Odio al odio. Posiblemente lo que ha marcado la diferencia y ha convertido la observación de 'El odio' y su proceso legal en algo inaudito y con muy pocos precedentes en España es la sensación de la sociedad de que se con el paso de los años han mercantilizado demasiado crímenes absolutamente horrendos. Iba a llegar un momento en el que, por parte de las víctimas o por parte de los propios profesionales de la comunicación (y en este caso han sido ambos), alguien diría "basta". Teníamos precedentes, como el desprestigio de Nieves Herrero tras su cobertura de Alcásser, y la historia se ha repetido.

¿Hay límites para el true crime? Quizás 'El odio' nos ayude a dar con una respuesta. Por mucho que el autor de 'El odio', Luisgé Martín, haya insistido en que su intención era generar el efecto contrario al blanqueo, los crímenes han sido demasiado cercanos y demasiado espantosos como para que la sociedad los tolere. Una cosa es convertir en superestrellas del terror a los rednecks norteamericanos de los años setenta. Otra muy distinta, dar voz de nuevo al autor de uno de los crímenes más inconcebibles de la España negra reciente.

Da igual nuestra devoción por el true crime: la sociedad ha considerado que 'El odio' era demasiado.

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