¿Cuantos neurocientíficos hacen falta para explicar un microprocesador? Parece un chiste, pero en realidad es la premisa de un trabajo que lleva dando vueltas unos meses y que se acaba de publicar que nos da una visión agridulce sobre los esfuerzos de la neurociencia para comprender el funcionamiento del cerebro humano.
La neurociencia ha sido protagonista de algunos de los grandes proyectos de investigación de los últimos años. Y con razón, porque durante mucho tiempo el cerebro ha sido (y es) un grandísimo desconocido. Pero, ¿tenemos modelos capaces de dar cuenta de cómo funciona el cerebro humano? Los resultados de este trabajo sugieren que no.
¿Cómo podemos saber que las explicaciones de la neurociencia son buenas?
Uno de los grandes problemas que tiene la neurociencia es que comprobar sus teorías es reto increíble. A la complejidad del cerebro se le suma el hecho de que, experimentalmente hablando, es difícil acceder a él. Y, cuando las nuevas tecnologías nos permiten acceder, descubrimos que experimentar con cerebros resulta ser un tema moralmente bastante delicado.
Así que, ¿cómo podemos saber si las metodologías y los estándares que usan los neurocientíficos funcionan? Es decir, ¿Cómo podemos saber si los enfoques de la neurociencia actual están entendiendo el funcionamiento del cerebro o, sencillamente, están dando palos de ciego?
Esta pregunta (que, por otro lado, es la pregunta esencial de la ciencia) no tiene una respuesta sencilla. Pero Eric Jonas y Konrad Paul Kording han tenido una buena idea. Según los autores, necesitamos empezar por preguntas más sencillas: ¿Puede un neurocientífico entender un microprocesador?
Un neurocientífico vs un microprocesador
Su idea es que podemos estudiar la validez de las metodologías neurocientíficas usándolas para explicar 'sistemas de procesamiento de información' mucho más sencillos que el cerebro. Es una buena idea porque, hoy por hoy, tenemos un montón de procesadores cuyo funcionamiento conocemos perfectamente y la verdad es que, si pretende explicar el cerebro, la neurociencia no debería de tener problemas con ellos. En principio.
Así que Jonas y Kording utilizaron enfoques para tratar de explicar el funcionamiento de un microprocesador. Y, bueno, han fracasado estrepitosamente. Las metodologías neurocientíficas son capaces de relevar cosas interesantes sobre la estructura de los datos, pero no consiguen describir la jerarquía de procesamiento de la información (algo que, por cierto, es clave en neurociencia).
Estos resultados sugieren que los métodos que se usan en la investigación de las relaciones entre el cerebro y la cognición tienen poco poder explicativo real; o, en palabras de los propios autores, que "los enfoques neurocientíficos contemporáneos no están a la altura".
Personalmente creo que el trabajo tiene algunos problemas; pero la publicación de este (ya famoso) trabajo nos da** un marco para evaluar el alcance y el potencial de las neurociencias** contemporáneas. Cerebrémoslo.
Imágenes | yopuz
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