Dicen que hoy en día hay una (o 300) apps para cada cosa que deseamos hacer, y en esta época del There's an app for that! muchos ya nacisteis con el concepto de necesitar calcular, traducir, planificar o cualquier otra posibilidad y no tener más que sacar el móvil del bolsillo y hacer unos cuantos taps. Evidentemente esto no era así hace tiempo, y sin ir mucho más lejos la era sin móvil pilló ya al desarrollo de las bombas atómicas o, más recientemente, a echar horas al Scalextric en casa.
¿Qué tendrá que ver una cosa con otra? Nada, literalmente nada (por suerte). Pero sí somos estrictos en el asunto y vamos al detalle podemos decir que ambas actividades requerían un mismo instrumento: las calculadoras manuales o computadoras de cálculo.
Pensar en calculadoras o computadores ya nos puede hacer pensar en electrónica. Quien más o quien menos tiene alguno de estos dispositivos ahora en casa y recordará incluso en su infancia de los aquellos primeros ordenadores, pero no, no hablamos de chips en este caso, hablamos de papel o plástico. Como mucho de aluminio.
Dime los megatones y te diré de cuánto será el hongo
La Corporación RAND (Research ANd Development) nacía en 1948 por creación de la Douglas Aircraft Company para proveer de servicios de investigación y análisis a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y actualmente es una organización sin ánimo de lucro, un laboratorio de ideas y un lugar de agrupación de académicos expertos en análisis y formulación de políticas (financiada mayoritariamente por distintos departamentos del gobierno estadounidense).
Entre otros desarrollos, en su historia cuenta con las "Bomb Damage Effect Computer", o computadora para medir los daños de una bomba atómica. No se trata de un ordenador (que en la época eran de todo menos portátiles, viendo el primer ordenador que llegó a España, en los años 50), sino de un disco fabricado de aluminio con el que predecir el tamaño del cráter y del hongo que un arma termonuclear podría provocar.
Es decir, el uso era para el piloto del bombardero que, ante la situación de tener que lanzar un proyectil de este tipo, pudiese tener en cuenta estos parámetros. De ese modo, también podía dar una idea al piloto del tamaño del hongo para minimizar la contaminación del propio avión.
El tamaño de estos discos es de unos 10 centímetros, según podemos ver en los que aún se conservan. Los hay de plástico, de cartón o de aluminio como el museo de la ORAU. La mecánica es aparentemente sencilla: girar los discos y ver equivalencias. Pero obviamente esto es una herramienta que sin conocimientos previos y su correcto uso no es tampoco un milagro.
Los parámetros de explosión presentados en estas computadoras solían ser la sobrepresión máxima, la presión dinámica máxima, el viento máximo, el tiempo de llegada de la onda expansiva y la duración de la fase de presión positiva de la onda expansiva. Con algunas de estas computadoras también se podía calcular la hora y la duración de la llegada de la explosión, de manera que por ejemplo, con una bomba de 100 KT la onda expansiva de sobrepresión máxima de 3,4 psi llegaría 5 segundos después de la detonación y tendría una duración de 1,7 segundos.
Esto sucede en el caso de esta computadora DIY, un proyecto que podemos hacer en casa si esto nos crea curiosidad, con la ventaja de que además de los diseños para la impresión hay todo un manual de interpretación y lectura. Por suerte, nos puede servir como entretenimiento y no para lo que originalmente fueron creados, aunque hubo otros usos más divertidos para otras computadoras como éstas.
Se trata, como decíamos al inicio, de los Scalextric. Un juguete (en su versión inicial) muy popular en los 80 y 90 consistente en coches en miniatura de tracción eléctrica que corrían por circuitos más o menos complejos, gracias a un contacto en su base que encajaba en un raíl metálico. Con el tiempo se ha ido renovando, pero en aquel momento era algo muy mainstream y deseado.
En aquel contexto (sin apps) los jugadores podrían querer ir más allá y calcular las velocidades, para lo cual existió el Scalextric Speed Computer. Unos discos de papel para precisamente eso, calcular la velocidad de los coches (en kilómetros o millas/hora), y para los más nostálgicos: aún hay a la venta (aunque se nota el uso).
Al final eran maneras ingeniosas de realizar cálculos rápidamente, ya fuese de variables o de probabilidades. 20, 30, 50 o los años que sea después son un objeto de coleccionista, aunque ya hemos visto que tampoco faltan opciones para crearnos nuestra propia computadora no electrónica.
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