Cómo convertirte en un maestro de la fotografía macro: equipo, técnica y consejos

Pocas especialidades de la fotografía son tan atractivas para el fotógrafo como la fotografía macro. La posibilidad de llenar nuestro monitor con detalles de plantas, insectos, objetos… que pasan desapercibidos a simple vista y la concentración en que nos sumerge son grandes alicientes para perseverar e ir mejorando los resultados. Las tomas pueden ser en interior, en exterior, con buen tiempo o lloviendo.. en un pequeño prado tenemos terreno suficiente para pasarnos horas y horas esperando la luz de la puesta.

Por si fuera poco nos podemos adentrar en la macrofotografía con un desembolso económico asequible a nuestros bolsillos. Pero el proceso de iniciación no es sencillo, todos nuestros errores crecen a medida que lo hacen nuestros modelos. Por eso en este artículo hablaremos de todo lo que necesitas saber para lograr fotos macro de calidad.

¿Qué es la macrofotografía y qué necesito para adentrarme en ella?

Denominamos macrofotografía a la fotografía de sujetos cuyo tamaño de captación es igual o superior al de nuestro sensor. Si el tamaño de los elementos fotografiados es entre 1 y 10 veces superior al de nuestro sensor estaríamos hablando de fotografía de aproximación.

Con los objetivos normales observamos que al llegar a la distancia mínima de enfoque el tamaño que puede tener una mariposa es realmente pequeño en nuestra fotografía, ocupando una miserable porción del encuadre e impidiendo observar sus detalles más llamativos.

Si usamos una cámara compacta podemos utilizar el modo macro, que permite acercarnos a distancias muy cortas, de unos pocos centímetros. Por desgracia a esta distancia es difícil que llegue luz natural al sujeto, y si éste es un poco huidizo lo habremos espantado antes de accionar el disparador.

Por si fuera poco la opción de macro está habilitada solo en posición de mínima focal de nuestro objetivo y si accionamos el zoom será imposible conseguir un tamaño del sujeto que encaje en la categoría de macro o aproximación. Las cámaras réflex suponen un mayor peso y volumen, pero también permiten un gran control de la toma, aunque con las ópticas normales tampoco podremos conseguir el nivel de ampliación que buscamos.

Para superar esta limitación inicial contamos con diferentes utensilios, los describiremos con detalle.

Lentes de aproximación

Podemos colocar una lente de aproximación en la parte frontal del objetivo que consigue converger los rayos de luz y de esa forma facilita el acercamiento y que el modelo ocupe más superficie en la composición. Esta capacidad de acercarnos se mide en dioptrías y podemos adquirir lentes de entre una y diez dioptrías. Estas lentes simples son baratas pero reducen significativamente la calidad de la toma en los bordes de la misma y pueden introducir aberraciones. Para evitarlo se puede adquirir una lente acromática, formada en realidad por dos lentes que se corrigen entre ellas.

Las lentes de aproximación cuentan a su favor con:

  • Una gran facilidad de uso.
  • No es necesario incrementar el tiempo de exposición, ya que no reducen la luz que llega al sensor.
  • No hay que desmontar el objetivo para su uso.
  • Peso despreciable.
  • Precio razonable.

Existen en el catálogo de los principales fabricantes, como B+W, Hoya o Canon. en casi todos los diámetros. Las lentes de 0.5 y 1 dioptrías están indicadas con objetivos de longitud entre 85 y 200 mm. Las lentes de 2 a 4 dioptrías son más adecuadas para objetivos estándar y angulares. Con lentes de 4 o más dioptrías en objetivos de focal elevada se consiguen grandes relaciones de ampliación, aunque a costa de una gran borrosidad en los bordes y falta de definición.

Pero si contamos con un objetivo manual (con control del diafragma en el propio objetivo) podemos utilizarlo como una lente de aproximación de gran calidad. Para ello necesitamos una anilla barata que cuente con rosca macho por los dos lados. Las hay con diferentes medidas para adaptar casi cualquier objetivo. La capacidad de ampliación la podemos calcular dividiendo la distancia focal del objetivo que está fijo a la cámara entre el que hemos invertido.

Así un 50 mm que invertimos sobre un 200 mm nos da una ampliación de 200/50= 4 aumentos. No está nada mal para un adaptador que cuesta unos pocos euros. Es conveniente que el objetivo a invertir tenga al menos el diámetro de la otra o será muy fácil que viñetee.

Anillo de inversión

Un gran angular es un objetivo que está diseñado para que algo muy grande (un paisaje) se comprima al tamaño de nuestro sensor, algo mucho más pequeño. Si conseguimos situar el objetivo al revés, es decir con la bayoneta mirando para el sujeto lograremos un acercamiento importante al tiempo que el objetivo sigue trabajando en las condiciones para las que fue creado.

Los aros de inversión no conservan el diafragmado automático, por lo que es necesario cerrar el diafragma manualmente antes de realizar la exposición, por tanto necesitaremos un objetivo con anillo de diafragma (algo cada vez menos frecuente). Si no disponemos de él sólo podremos utilizarlo con la posición del diafragma más cerrada en Nikon o más abierta en Canon. Esto lo podemos superar accionando manualmente la leva que transmite la posición del diafragma. Pero el gran problema para este excelente y asequible método es que el cuerpo deja de estar en contacto con la CPU de los objetivos que la llevan incorporada, lo que puede suponer la pérdida de algunas funciones en la cámara, incluyendo el propio disparo.

En Nikon existe un adaptador que permite cerrar el diafragma con la ayuda de un cable disparador, evitando así tener que acercarnos a un insecto miedoso y transmitir vibraciones.

Anillos o tubos de extensión

Si os fijáis a medida que enfocáis más cerca el objetivo se va haciendo más largo, se van separando las lentes del cuerpo (salvo en los objetivos más modernos de enfoque interno). La siguiente estrategia de acercamiento es precisamente la de separar el objetivo del sensor por medio de unos anillos interpuestos.

Estos anillos de extensión carecen de lentes y los podemos comprar por unos pocos euros. Pero os recomiendo invertir en algo digno de permanecer en la mochila unos cuantos años. Los anillos más baratos pueden filtrar luz en las uniones entre ellos o tener holguras con lo que el plano de enfoque no sería paralelo al sensor.

Para muchas cámaras es imprescindible mantener contacto electrónico con el objetivo o incluso se negarán a disparar, en estos casos es necesario adquirir anillos con contactos eléctricos, algo más caros. También nos vendrá bien que tengan contactos eléctricos si pretendemos mantener el autofocus. Antes de decidirte verifica si puedes utilizar unos tubos sin contactos, para no comprar dos veces.

Los anillos suelen venderse en un kit de tres tubos, aunque también se pueden comprar de forma independiente. Los anillos de extensión presentan el inconveniente de disminuir la cantidad de luz que llega al sensor de forma proporcional a la extensión utilizada. Por lo que en situaciones de poca luz puede ser necesario el uso de flash, tiempos de exposición prolongados o de sensibilidades altas.

Fuelles

Es un mecanismo que permite separar el objetivo de la cámara de forma progresiva. Es caro, delicado y pesado, por lo que solo lo recomendaría a personas con experiencia en macro que precisen llegar a ampliaciones de 5 a 10 aumentos.

Objetivo macro

Esta es la mejor solución para fotografiar desde cerca, son ópticas que han sido creadas para ofrecer su mejor rendimiento a distancias cortas y que incorporan en el propio diseño una larga helicoide que actúa directamente como anillos de extensión. Su único inconveniente es su precio... Pero con él podemos fotografiar sin accesorios a una escala de 1:1, e incluso a 5:1 si sois usuarios de Canon y podéis utilizar el Canon MP-E 65mm f/2.8, que nos ofrece una capacidad de aplicación de entre 1-5 aumentos.

Existen objetivos de 50-60 mm ideales para flores y motivos inertes. Para animales poco colaboradores es recomendable por lo menos un 105 mm, pero os recomendaría algo más largo, en el entorno de los 150-200 mm, ópticas que además captan menor proporción del fondo y por tanto es más fácil elegir uno adecuado a nuestros intereses.

En el mercado de segunda mano encontraremos objetivos macro manuales a buen precio. Una cosa importante: no hay ningún objetivo macro malo. Todos, incluso los antiguos, tienen una alta calidad que seguramente hará las delicias de un fotógrafo por un precio muy contenido. El hecho de que sean manuales no presenta ningún inconveniente, ya que el autofocus es muy poco operativo en macro (incluso con los modelos más avanzados).

Los objetivos macro los podemos combinar con lentes de aproximación y anillos de extensión para conseguir todavía más ampliación.

Trípode, monopié y bolsas

Es imprescindible el uso de un buen trípode que garantice la ausencia de movimiento y vibraciones ya que con los aumentos crecen también de forma exponencial los efectos de las vibraciones, por mínimas que sean.

Es necesario que el trípode nos permita unos movimientos suaves y precisos y sería recomendable que contásemos con una corredera de ajuste. Son numerosos los fotógrafos que prefieren una rótula panorámica para macro. Después de probar muchas considero que una rótula de bola de calidad es mucho más cómoda y adecuada.

Algunas rótulas tipo Arca Swiss tienen los platos de corredera, si adquirimos uno largo (8-12 cm) nos permitirá disponer de un cierto margen de maniobra a la hora de situar la cámara y modificar su posición horizontal sin necesitad de variar la ubicación del trípode, de esta forma podemos ajustar la distancia para enfocar o regular la ampliación de forma muy cómoda.

También es muy interesante poder invertir la columna central, para realizar tomas desde muy poca altura, aunque sea a a costa de estar realmente incómodos.

Cable disparador

Es tan necesario como el trípode, ya que la presión que se ejerce sobre el disparador es suficiente para producir vibraciones en la cámara. Son baratos y fáciles de usar, ¿qué más les podemos pedir?

Para los fuelles es mejor un cable disparador específico con dos salidas. Una acciona un mecanismo que cierra el diafragma a la posición de disparo y la otra actúa sobre el obturador.

Podemos sustituir el cable por el autodisparador de la cámara, pero este sistema no nos permite disparar en el preciso instante que nos interese.

Enfoque: olvídate del autofocus

El secreto para enfocar correctamente y conseguir la nitidez que buscamos en el sitio concreto reside en variar la distancia entre el sujeto y la cámara, no en girar el barril de enfoque de nuestra óptica. Al variar el enfoque modificamos también la relación de ampliación, por eso una vez establecida la ampliación y la composición tendremos que mover la cámara hasta el plano en que el sujeto esté a foco.

Es muy difícil enfocar con el anillo de enfoque, es más sencillo mover la cámara un poco hacia adelante o hacia atrás.

Pero esto no es un problema, ya que realmente es muy difícil enfocar con el anillo de enfoque, es más sencillo mover la cámara un poco hacia adelante o hacia atrás. Y olvídese del autofocus, no funciona. El sistema pasará horas moviéndose atrás y adelante sin lograr el plano que deseamos.

Son muy útiles los carriles de enfoque que posibilitan mover la cámara sagitalmente al sujeto con precisión y sin necesidad de cambiar el trípode de sitio.

El viento, ese incómodo invitado

Uno de los principales inconvenientes de trabajar en el campo es el persistente viento. A pesar de que nos pueda parecer que existe una absoluta calma cuando miramos por el visor vemos como nuestra flor se mece de un lado a otro sin parar ni un instante.

Para reducir en la medida de lo posible la vibración se puede utilizar la mochila, algo o el reflector que ampare a nuestro sujeto de la acción del viento.

Un recurso útil, barato y poco pesado lo constituye el uso de una aguja de calcetar gruesa y varias pinzas del pelo con las que abrazaremos el tronco de la plantita que deseemos fotografiar.

Existen también pinzas específicas en algunas tiendas de fotografía. El invento consiste en dos pinzas unidas por un conjunto de conos de plástico, gracias a los cuales podemos ubicar a nuestro modelo donde precisemos. Wimberley comercializa unas así que llevo usando muchos años y estoy encantado con ellas.

Iluminación: la matería prima del fotógrafo

La luz natural no siempre es la más apropiada para el trabajo de macro, aunque sus posibilidades artísticas son muy altas cuando es la adecuada.

Por un lado su calidad, dirección, dureza y color dependen de la posición del sol y de la existencia de nubes. En pocas ocasiones encontraremos un cielo parcialmente nublado que produzca una iluminación suave y poco contrastada. Por otro lado y debido a la combinación de diafragmas cerrados y a la extensión que utilizamos en macro, es muy frecuente que la luz natural sea completamente insuficiente, ya que no siempre podemos incrementar el tiempo de exposición lo necesario para compensar estos diafragmas. Los animales suelen moverse y es raro que no exista algo de brisa que agite a las flores y a las plantas.

Cuando la luz natural de que disponemos es insuficiente, o su dirección y calidad no son las idóneas se hace necesario el uso de fuentes artificiales de luz. El flash electrónico es, sin dudas, la mejor opción en el trabajo de campo. Permiten una gran movilidad y combinan un relativo bajo precio con una poderosa fuente de luz, fácilmente orientable y ajustable.

Para modificar la luz natural o la del flash podemos recurrir a reflectores. Se llama así a una superficie que refleja gran parte de la luz que incide sobre ella. En el mercado existen reflectores plegables, de poco peso y volumen.

Los reflectores nos permiten aclarar las sombras que aparecen en el lado contrario al del foco de luz y disminuir así el contraste y las feas sombras. Se pueden adquirir en blanco, plata y oro. Este último puede dar un poco de calor a las fotografías con flash, que suelen presentar unos tonos muy fríos. El blanco por su parte es el que produce una iluminación más suave.

Se puede construir un reflector de forma sencilla y barata abriendo y recortando a la medida un envase de Tetra-brick.

El reflector lo situaremos de tal forma que refleje la luz y salga en la composición, a continuación lo retiraremos lentamente hasta que dejemos de verlo en el visor, así conseguimos el máximo efecto. A medida que lo alejamos su reflejo disminuye y de esta forma controlamos la densidad de las sombras a nuestro gusto.

Otro excelente modificador de la luz son los difusores que consiguen que los rayos paralelos rompan su direccionalidad y que al sujeto le llegue la luz de todas partes, una luz suave y tamizada que resulta muy agradecida.

Es importante recordar que existen varios tipos de iluminación básicos: frontal, lateral, cenital… que hemos de elegir en función de las características del modelo, no de nuestra comodidad. Resaltar es nuestra prioridad. Y la luz, como siempre, es nuestra materia prima como fotógrafos, de nosotros depende hacer buen uso de ella y no limitarnos a iluminaciones frontales, planas y sosas.

Flashes, dos mejor que uno

En fotografía macro usaremos con mucha frecuencia diafragmas muy cerrados para conseguir la máxima profundidad de campo posible, si además trabajamos a la sombra para tener una luz muy suave y hemos montado anillos de extensión será necesario un tiempo de exposición muy prolongado, que puede ocasionar que la foto salga movida si el sujeto no es totalmente estático.

Otra alternativa es recurrir a sensibilidades altas que introducirán en mayor o menor medida una cantidad de ruido poco compatible con el grado de detalle que queremos conseguir. La mejor elección en estas situaciones es el uso del flash de mano.

Es recomendable que los flashes que utilicemos puedan ser controlados por la cámara (TTL). Esto nos evitará un sinfín de cálculos y mediciones y poder concentrarnos en la propia toma, en decidir el momento más oportuno para disparar y la mejor composición y no en los problemas técnicos de su empleo.

Actualmente los flashes computerizados han experimentado una disminución de su precio que permite su adquisición para macro. Algunas marcas como Yongnuo ofrecen productos de calidad muy aceptable por unos 100 euros. Es recomendable contar al menos con dos flashes. Uno lo utilizaremos como flash principal y vendría bien que tuviese un número guía de 32-40 y uno secundario con número guía de 16-30.

Si trabajamos en un entorno controlado recomendaría el uso manual de los flashes, ya que una vez que tengamos controlada la exposición podemos cambiar la composición sin que cambie la luz que alcanza el sensor como podría suceder con un flash trabajando en modo TTL. Los flashes manuales son más asequibles, pero conviene adquirir unidades que permitan potencias parciales de entre ½ y 1/128.

Si necesitamos total movilidad hemos de situar los flashes en un soporte que va fijado a la rosca de la cámara para trípode. Los mejores que conozco son de la marca Wimberley, pero si necesitamos algo más asequible puede irnos bien un soporte de Novoflex.

Flash de anillo

Existen flashes denominados de anillo o anulares que se colocan en la parte frontal del objetivo y producen una iluminación homogénea y sin sombras, es muy adecuado para flores y mariposas, pero en superficies muy brillantes (ojos de anfibios, caparazones de insectos, agua...) producen unos reflejos circulares que a muchos fotógrafos nos parecen poco estéticos.

Su propia construcción produce una ausencia de sombras que conlleva una iluminación plana muy poco artística, por eso he dejado de utilizarlos a favor de dos o tres unidades de flash de mano. Están especialmente indicados para relaciones de ampliación muy grandes, donde el escaso espacio de trabajo puede provocar que sea imposible iluminar la escena de otro modo. Cuentan con la ventaja añadida de que suelen tener una pequeña bombilla que nos permite enfocar con mayor facilidad.

Los anulares funcionan mejor con objetivos de poca distancia focal, como el 60 mm. Con objetivos de mayor distancia focal la luz se vuelve más dura debido a su mayor distancia al sujeto. A cambio tendremos unos fondos mejor iluminados.

Si adquiere uno es suficiente con que compre uno con un número guía de 10-16, pues su distancia de trabajo es muy reducida, a no ser que quiera usarlo también para retrato, en ese caso convendría un flash con al menos el doble de potencia.

La ansiada nitidez y la profundidad de campo

Por detrás y por delante del punto de enfoque existe una zona nítida que será mayor cuanto más cerrado sea el diafragma seleccionado (números f más grandes). Contrariamente al abrir el diafragma la zona de nitidez disminuye.

Esta zona de nitidez se reparte de forma simétrica por detrás y por delante del punto de enfoque con nuestros modelos de macro.

Lamentablemente cuando trabajamos por encima de la relación 1:1 se producen fenómenos de difracción en las laminillas del diafragma que provocan una gran pérdida de definición al rodear de un ligero halo los detalles más finos.

Debido a este fenómeno es contraproducente cerrar mucho el diafragma. Podemos diafragmar hasta f:16 con una relación inferior a 2:1, f:11 e incluso f:8 entre las relaciones 2:1 y 4:1, por encima de estas relaciones es mejor no llegar a f:5,6. Esto para sensores Full Frame, si nuestra cámara es APS es mejor utilizar un valor inferior a cada uno de los propuestos. Pero no tengáis pena, ya que el menor tamaño del sensor compensa la profundidad de campo que perdemos por la difracción y de esta forma un f:11 en APS podemos decir que equivale a f:16 en una full frame.

El tamaño de captura de nuestro sensor también tiene importancia en la difracción: a mayor número de píxeles para un tamaño determinado de sensor más le influirá la difracción.

Si la zona de nitidez es insuficiente para lo que necesitamos lo único que podemos hacer es situar al sujeto lo más paralelo al plano de la película, o reducir algo la escala de la imagen y ampliar luego selectivamente la zona que nos interesa.

Otra alternativa es efectuar una serie de fotos paralelas al sensor en las que vamos superponiendo la zona de enfoque. Después con un programa adecuado como Photoshop, Zerene Staker o Helicon Focus podemos sumar cada zona nítida en un único archivo. A esta técnica se la llama apilamiento o stacking y es cada vez más utilizada.

En cualquier caso se hace necesario que nuestras tomas pasen por un proceso de enfoque para lucir como deben en pantalla o impresión. Existen muchas técnicas que pueden ayudarnos.

Son muchos los factores que influyen sobre la nitidez tanto antes de la toma como después de ella. Puede profundizar en este apasionante tema en esta serie de videos.

La estética de la composición

Al principio nos conformaremos con que la toma se vea nítida, pero a medida que dominemos la técnica necesitaremos avanzar en temas de composición y estética. En este camino el fondo es imprescindible que sea tenido en cuenta. Un fondo inadecuado estropeará la mejor de las fotos.

A veces en necesario un pequeño cambio del punto de vista para que el fondo pase de ser de un azul celeste a negro, rojo o verde. Tenemos que buscar la mejor de las posibilidades para que el fondo contribuya a resaltar el sujeto en lugar de pelear con él. Si no encontramos un fondo adecuado puede conseguirlo con una cartulina situada adecuadamente.

Otros temas como la disposición de las líneas, la colocación de los elementos y sus tonalidades, puntos de interés… también es imprescindible tenerlos en cuenta, pero exceden el límite de un artículo sobre macro y son consustanciales al resto de especialidades fotográficas.

Elegir el motivo

Lo primero que tenemos que hacer, evidentemente es buscar un motivo. A veces los motivos nos asaltan, en otras ocasiones es necesario buscarlos y cuando los encontramos mejorarlos un poquito, moviendo un poco esa ramita que estorba, fijando con un cordelito una planta que se nos echa encima...

Es imprescindible tomarse la elección del motivo con calma, en realidad será absolutamente inútil todo el trabajo posterior si este no es interesante o apropiado.

Si dispones de varios sujetos, por ejemplo una mata de flores, no te quedes con el primero que encuentres, selecciona aquel que presente un mejor aspecto, aquella flor que esté en su punto culminante, fotografia el que tenga una mejor luz, o el que más convenga.

Cuando ya tengas elegido el motivo busca el mejor encuadre. Con frecuencia encontraremos varios encuadres adecuados, en ese caso realizaremos varias fotografías, pues es imposible captar todo en una. A veces será necesaria una foto de detalle, otra de conjunto... Evitaremos centrar el tema en el fotograma y exagerar los picados. No sitúes el objeto en los bordes de la composición, déjale un poco de espacio alrededor.

Controla la calidad de la luz e intensifícala si fuera necesario con una unidad de flash o un reflector. Comprueba que no existan condiciones que recomienden una compensación de la exposición (sujetos muy oscuros o muy claros, gran contraste...).

Mira con especial detenimiento las condiciones de luz que tiene el sujeto y piensa si son las idóneas. Si tienes poca luz podrás aportar más con la ayuda de uno o varios flashes. Si lo que no te gusta es la calidad de la luz se puede mejorar volviendo en otro momento, cuando el sol tenga un mejor ángulo, o proporcionarle la luz adecuada con una estudiada colocación de los flashes y reflectores.

Por último activa el levantamiento manual del espejo si la cámara cuenta con esta opción y aprieta el disparador sin brusquedad.




Fran Nieto es profesor de fotografía y especialista en macrofotografía y paisaje. Forma parte del profesorado del primer postgrado universitario de fotografía de España. Imparte docencia sobre diferentes temas y por sus cursos han pasado ya miles de fotógrafos aficionados y profesionales.



Tiene abierto un proyecto de crowdfunding para financiar su primer libro de macrofotografía que está siendo un éxito absoluto. Si te interesa este tema puedes reservar tu ejemplar


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