Las misiones espaciales son, por desgracia, tan fascinantes como caras. Nada que haya creado el ser humano pasa de la exosfera porque sí y siempre hay una meta científica, pero el caso es que cada una de estas misiones tiene un alto coste y las agencias espaciales cada vez ajustan más los presupuestos llegándose a cancelar misiones.
Lo último que hemos sabido sobre las consecuencias de la falta de presupuesto es el módulo ruso NEM-1 para la Estación Espacial Internacional (ISS). Módulo que iba a ser lanzado entre 2014 y 2015 y que ha ido sufriendo retrasos hasta éste último, con motivo de que Rusia no dispone de los fondos necesarios para las labores en los distintos sistemas.
Pero ni este retraso es el único que hemos visto ni Rusia es el único país que no dispone de suficientes fondos para el programa espacial que sus agencias desearían. De hecho este año hemos visto bastantes recortes en la NASA, y la dedicación de parte de ese "bajo" presupuesto a programas experimentales de naves de bajo coste y/o reutilizables en algunas organizaciones.
2017: annus horribilis para los titanes históricos de la conquista espacial
La reducción de los presupuestos espaciales obviamente no es algo que dependa solamente del programa o los objetivos. Si el país en cuestión atraviesa crisis económicas o situaciones difíciles lo lógico es que se recorte de aquí y no de otros sectores más necesarios y básicos para la población, como la investigación médica o los recursos sociales.
Pero ha coincidido que para varias agencias espaciales los recortes han llegado justo en los últimos años, entre este año y el anterior. Repasamos los casos de la NASA y la Agencia Espacial Rusa (Roscosmos), viendo que pasan por una situación muy distinta a la de otras agencias.
Desde Rusia con bajón
Al programa espacial el recorte le llegó en diciembre de 2016, cuando se hizo público el presupuesto para misiones espaciales de los siguientes 10 años, siendo mucho menor de lo que se dijo dos años atrás quedando en unos 17.460 millones de euros (en vez de los 48.020 esperados). A este respecto, en marzo de 2017 Slate recogía las declaraciones de John Logsdon, fundador del Instituto de Política Espacial de la Universidad de George Washington, en las que comentaba que el presupuesto ruso no era el adecuado para mantenerse a la altura en la investigación espacial.
El corte es más llamativo si se repasa la trayectoria rusa inmediatamente previa. En 2014 y 2015 Rusia fue el país que más lanzamientos espaciales hizo a nivel mundial (32 y 26 respectivamente) y ha tenido a algún astronauta en activo en el espacio en los pasados 16 años (ahí es nada). De hecho, la tripulación en la ISS ha llegado a ser un 50% rusa (ahora la mitad son estadounidenses).
Con la bajada de presupuesto ha habido, además de retrasos, un total de 15 fallos en lanzamientos de cohetes. Pero eso no significa que a Rusia se le acaben las ganas de explorar el espacio, de hecho lo del NEM-1 no es una cancelación (no de momento) y en sus planes está la colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) en ExoMars o enviar a astronautas a la Luna en 2030, e incluso una estación lunar.
A Trump no le gusta esto
No todas las misiones de la NASA se dedican a estudiar el espacio. Parte de los lanzamientos constituyen la puesta en órbita de más "ojos" sobre nuestra superficie o atmósfera para estudiarla mejor o para ver cómo está cambiando, y aunque esto pueda parecer útil (y necesario) el criterio es aparentemente distinto para la administración de su presidente Donald Trump, al verse afectado el presupuesto de la NASA precisamente en misiones que casualmente darían información para seguir los cambios relacionados con el cambio climático.
Como recogieron en Space.com, también en marzo de este año vimos el parón de cinco misiones proyectadas de la NASA, cuatro relacionadas con el estudio de aspectos terrestres y una orientada a analizar un asteroide:
- Satélite PACE (Plankton, Aerosol, Cloud, ocean Ecosystem): con el objetivo de estudiar nubes y aerosoles en la atmósfera y océanos.
- Experimento OCO-3 (Orbiting Carbon Observatory-3): realizaría mediciones del dióxido de carbono en la atmósfera terrestre.
- Pathfinder CLARREO (Climate Absolute Radiance and Refractivity Observatory): para mejorar los modelos climáticos de los investigadores al obtener información más precisa.
- Observatorio DSCOVR (Deep Space Climate Observatory): ésta ya está activa (desde 2015), y se dedica a medir las partículas que llegan del Sol a la Tierra para poder advertir de las tormentas solares. En este caso no se cancela, sino que se elimina una de sus funciones (el estudio de las variaciones diarias de ciertos parámetros gracias a una cámara).
- Asteroid Redirect Mission: una misión tripulada en la que los astronautas podrían haber recogido muestras de un asteroide.
En julio además la propia Agencia comunicaba que la intención de poner el pie en Marte en 2030 quedaba sólo en eso de momento, en intención, dado que no hay suficiente presupuesto como para costear todo lo necesario para que esto ocurra en esa fecha.
No todo son recortes: del empujón de China y la ESA al ahorro de India
No obstante, hay agencias espaciales en las que los recortes al menos no son tan evidentes y parecen progresar dedicando lo necesario para ponerse a la altura de los tradicionales titanes (que son justo los que parecen estar apretándose más el cinturón). Según publicaba Bloomberg a finales de 2016, en China los investigadores pedían un aumento del presupuesto para poner en marcha sus investigaciones y "lograr metas originales" hasta 15.600 millones de yuanes para 2016-2030, de los 4.700 millones dedicados en 2011-2015.
No se conoce a ciencia cierta el presupuesto de China para las misiones espaciales, pero según la publicación varios analistas consideran que en dicho país se está potenciando la investigación espacial (económicamente) mientras que en la NASA ocurre lo contrario, con misiones como Chang'e 3, el mayor radiotelescopio del mundo o su propia estación espacial (aunque esto último no ha salido demasiado bien, al parecer). Con planes como una ciudad lunar (junto con la ESA) o hacer llegar un rover a Marte en 2022, entre otros.
La ESA también empezó 2017 con buen pie, anunciando un aumento del 9,5% del presupuesto con respecto a 2016 quedando en 5.750 millones de euros. Dinero que según se planeó iría dedicado a la contratación de entre ocho y doce satélites Galileo entre otras misiones, recalcando además que el Brexit no tendría efecto en la participación económica de Reino Unido en la ESA (o tendría un impacto mínimo).
Por su parte, India también ha hecho sus pinitos en cuanto a viajes espaciales, siendo de hecho el primer país que logró alcanzar Marte en su primer intento. Algo que además lograron reduciendo el presupuesto hasta 74 millones de dólares, cuando en la puesta en órbita de un satélite se suelen superar los 200 millones de dólares.
En el país asiático no hay de momento reducciones o cancelaciones (pese a que la situación social tampoco acompaña a que se destine dinero a estos menesteres), pero lo que sí tienen es un presupuesto más modesto que otras agencias, estando en torno a 1.200 millones de dólares en 2014 (cuando la NASA tenía 17.500 millones).
De hecho, la clave de parte de las futuras misiones (espaciales y terrestres) está precisamente en el ahorro, viendo que las iniciativas privadas como las de Space X o Blue Origin optan por cohetes reutilizables y que la DARPA también planea que su futuro avión hipersónico lo sea. De hecho, ya [Roscosmos mostró interés en los cohetes reutilizables de Space X](Rusia fue el país que más lanzamientos espaciales hizo a nivel mundial) en abril de este año.
Imagen | Roscosmos
En Xataka | La NASA lo admite: no hay presupuesto para poder llegar a Marte en 2030 y ni siquiera pueden poner fecha
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