Quién es Gwynne Shotwell, la ingeniera en la sombra que ha llevado a SpaceX y a Elon Musk al espacio

Si lees SpaceX probablemente acudan a tu cabeza palabras y conceptos como Elon Musk, espacio, viajes, naves, exploradores, etc. Pero es menos probable que lo asocies con Gwynne Shotwell, su presidenta y CEO y una de las primeras personas que entró a trabajar en la compañía.

Ingeniera por la Universidad Northwestern, Shotwell no solo tiene un perfil destacado en la Nasa o en la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos, sino que es una respetada ingeniera aeronáutica sin la que, quizá, el proyecto más personal de Musk no sería posible.

El CV de Gwynne Shotwell

Pero, ¿quién es Gwynne Shotwell?

Si miramos su currículum, veremos que, ingeniera de formación, Shotwell es la responsable del desarrollo de la compañía, lo que incluye el proyecto Falcon, el vehículo con el que SpaceX quiere conquistar el espacio. Pero, más importante aún, es quien ha ayudado a la empresa a crecer a lo largo de estos años. Dirige las operaciones diarias y gestiona las relaciones estratégicas y con los clientes.

También ha recibido varios reconocimientos a lo largo de su carrera:

  • En 2012, fue incluida en el Salón de la Fama Internacional de Mujeres en Tecnología.
  • Ese mismo año fue nombrada miembro del Comité Asesor del Export Import Bank de los Estados Unidos
  • También fue designada como parte del Consejo Asesor de la Administración Federal de Aviación.
  • En 2014 fue distinguida con el premio de Mujeres en la Ciencia Espacial (Women in Space Science Award).
  • En 2017, fue nombrada Ejecutiva Satelital del año.
  • En 2018, fue nombrada entre las 50 mejores mujeres en tecnología de Estados Unidos de Forbes y la nº 59 entre las mujeres con más poder en el mundo.
  • En 2019 la empresa Polaris Industries anunció la incorporación de Shotwell a su Consejo de Administración.

Además, Shotwell participa en diversos programas para promover las vocaciones STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que ella misma se decantó por estos estudios después de asistir a una de esas conferencias, hace más de 30 años.

Una charla transformadora y los inicios

Gwynne Shotwell (1963, Illinois, Estados Unidos) es la mediana de tres hermanas. Desde pequeña, siempre mostró interés por el mundo del motor y la mecánica. Pero, como muchos otros, la joven Shotwell seguía sin tener muy claro a qué quería dedicarse. Una conferencia a la que le llevó su madre fue la que acabó marcando su carrera.

La presidenta de SpaceX ha reconocido que su madre fue la que preparó, en secreto, la asistencia a una conferencia de la Sociedad de Mujeres Ingenieras (Society of Women Engineers, SWE). Tras aquella charla, Shotwell acabó convencida de lo que iba a ser de mayor: ingeniera mecánica. Acabó estudiando en la Univerdad Northwestern University. Aunque estuvo un tiempo trabajando para el fabricante de automóviles Chrysler, finalmente volvió a la universidad para estudiar un Master en Ingeniería Mecánica y Matemáticas Aplicadas.

Aunque Shotwell se sentía en principio más atraída por el mundo de los automóviles que por el de la aviación, en 1988 consiguió un contrato en el Centro de Investigación de Aerospace para trabajar como técnico en proyectos militares de investigación y desarrollo espacial.

Fue en esta experiencia donde trabajó como ingeniera, realizando modelos matemático-térmicos, así como diseños conceptuales de naves espaciales de pequeño tamaño. De hecho, pasó gran parte de su tiempo estudiando específicamente el diseño de pequeñas naves espaciales y cómo navegarlas dentro y fuera del cosmos. Tras una década, Shotwell cambió de empresa para desarrollar labores parecidas en Microcosm (empresa de misiones espaciales).

Muchas veces, la mejor manera de llegar a una empresa es a través de un antiguo colega de trabajo. Y eso es, precisamente, lo que sucedió para que Shotwell aterrizara en SpaceX.

Hans Konigsmann, compañero de batallas en Microcosm, acababa de fichar por la compañía de Elon Musk. Este ingeniero alemán cuenta que se encontró con Musk en el lanzamiento de un cohete. “Hablamos un poco, le invité a mi compañía, nos reunimos, hablamos un poco sobre proyectos y luego no supe nada durante uno o dos meses”. Al cabo de ese tiempo, Musk fue a casa de Konigsmann para entrevistarle y ofrecerle entrar en SpaceX (que por aquel entonces no tenía ni oficinas) para ser el cuarto empleado técnico de la compañía.

En la tradicional comida de despedida de su anterior puesto, Konigsmann y Shotwell coincidieron en el restaurante con Musk. Ella decidió ir a saludarlo. Poco tiempo después, el emprendedor decidiría entrevistarla y ofrecerle un puesto de vicepresidencia en SpaceX.

Elon Musk ya tenía en su cabeza la idea de contratar a alguien para que se encargara de las ventas de SpaceX. Ofreció a Shotwell tener esta responsabilidad. La actual presidenta no lo tuvo claro: llevaba solo tres años en Microcosm y cambiar de trabajo no estaba entre sus planes. Además, Microcosm la tenía en alta consideración, puesto que bajo su batuta la compañía había multiplicado por 10 el negocio de sistemas espaciales de la empresa.

Aunque durante mucho tiempo (según reconoce ella misma) la balanza se inclinaba por negar la oferta de Elon Musk, finalmente decidió asumir el riesgo y apostar por el reto. ¿Qué le hizo cambiar de idea? Por un lado, que el negocio aeronáutico y espacial lo conocía y dominaba. Y, por otro, que, como Elon Musk, no quería que siguiera igual que hasta ese momento.

Así pues, Shotwell entró en SpaceX en 2002, el mismo año en el que se fundó la empresa. Lo hizo como Vicepresidenta de Desarrollo de Negocios, con presencia en el Consejo de Administración de SpaceX. Dos años más tarde, fue elegida miembro del Consejo de Administración de la Autoridad Espacial de California y, desde diciembre de 2008, es la Presidenta de SpaceX.

Musk tiene las ideas. Shotwell las ejecuta

Si tuviéramos que resumir la labor profesional de Shotwell al frente de SpaceX en una sola frase, podríamos decir que ella es la encargada de convertir en realidad las ideas de Elon Musk. Para lo bueno y para lo malo. Y entre sus labores está la de calmar los ánimos, tanto entre empleados como con clientes, cuando Musk utiliza Twitter para contar cosas sobre la compañía y sus productos.

Por ejemplo, después de varios años de retraso, en 2018 por fin el cohete Falcon Heavy estaba listo para despegar. Horas antes del despegue, Musk tuiteó que el cohete podría estallar en pleno vuelo. La parte buena de aquel comentario en la red social es que se generó mucho interés, especialmente de los medios y de los consumidores. La parte mala es que algunos clientes de la compañía (que pagana decenas y cientos de millones por estos productos) se asustaron tanto que Shotwell tuvo que viajar a Arabia Saudí para calmar los ánimos.

Según cuenta Bloomberg, a Gwynne Shotwell no le hacía mucha gracia el revuelo que estaba generando su jefe. Esta directiva se trasladó, dos días antes del lanzamiento, a la sede en Riad de la Organización Árabe de Comunicaciones por Satélite (Arabsat), que había reservado un lanzamiento de Falcon Heavy.

Allí trató de convencer a los clientes de que la intención de Musk era dejar constancia de que era un vuelo de demostración y les aseguró de que SpaceX no despegaría el cohete si la probabilidad de fallo fuera del 50%. Al final, el lanzamiento se completó con éxito. En el vídeo promocional se puede ver (minuto 1:34) a Gwynne Shotwell levantando los brazos en señal de alegría y victoria.

En esta misión de hacer realidad los sueños o ideas de Musk, Gwynne Shotwell debe combinar sus dotes de liderazgo, sus conocimientos de ingeniería y sus habilidades comerciales. De hecho, fue la responsable de convencer a las empresas para que compraran un cohete que todavía no había volado. Además, fue la responsable de poner de su lado a la NASA y al ejército de Estados Unidos para que financiaran los vuelos de demostración de SpaceX.

Cabe recordar que los primeros clientes de SpaceX fueron la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, la rama de investigación del ejército estadounidense, que pagó sus tres primeros lanzamientos, y una empresa estatal de satélites de Malasia, que pagó un cuarto. El último y más importante clientes es la NASA, que en 2006 adjudicó a SpaceX un contrato de 400 millones de dólares para desarrollar un cohete más grande, el Falcon 9, capaz de llevar carga y personas a la Estación Espacial Internacional.

Steve Isakowitz, director general de la Aerospace Corporation, estaba en la NASA cuando Shotwell y Musk acudieron a la agencia espacial en busca de financiación. SpaceX era prácticamente una empresa desconocida en aquel momento. De hecho, aún no había puesto en órbita ningún cohete. Sin embargo, Isakowitz reconoce que le impresionó el argumento de venta de Shotwell, que les dijo que "les haría un cheque ahora mismo si pudiera". Y aunque este mismo responsable asegura que mucha gente no confiaba en que ese primer cohete llegara a funcionar, él le da " mucho crédito a Gwynne".

Casi al mismo tiempo que SpaceX consiguió el acuerdo con la NASA (a la que convenció teniendo apenas un cohete pequeño en producción), Musk ofreció a Shotwell el ascenso a presidenta y directora de operaciones. Unos meses después, se incorporó al consejo de administración de SpaceX. De hecho, Musk ha elogiado la labor de Shotwell, asegurando que "es una persona maravillosa y una líder excepcional" y reconociendo que "o estaríamos donde estamos hoy sin ella".

Aciertos y errores

Bajo su presidencia, SpaceX ha sido la primera compañía privada en lanzar, orbitar y recuperar una nave espacial. La NASA le adjudicó un contrato multimillonariopara transportar astronautas e instrumentos científicos a la Estación Espacial Internacional (ISS). También participa en un sistema de transporte de próxima generación para llevar humanos a Marte en un futuro próximo.

Las responsabilidades de Gwynne Shotwell como Presidenta y Chief Operating Officer de SpaceX abarcan las operaciones diarias y las relaciones estratégicas de la empresa. La compañía construye las naves Falcon, que han sido lanzadas más de 50 veces al espacio, lo que ha generado unos beneficios de 28.000 millones de dólares.

Pero también se ha tenido que enfrentar al despido del 10% de sus empleados en 2019. SpaceX obtiene la mayor parte de su dinero de los lanzamientos de satélites comerciales y de seguridad nacional, así como de dos contratos de la NASA, uno de miles de millones de dólares para entregar material a la Estación Espacial Internacional y el otro de hasta 2.600 millones para desarrollar una cápsula que transportará astronautas a la estación espacial.

Según declaraba Elon Musk, estos despidos se debían al desarrollo de varios proyectos “locos” para SpaceX, como Starlink y Starship. La primera era una empresa para brindar cobertura de Internet de alta velocidad a través de una red de satélites; y Starship era un cohete reutilizable destinado a llevar humanos a Marte y regresar.

Según la propia Shotwell, dos de sus mejores momentos en SpaceX han sido el primer aterrizaje con éxito de uno de los cohetes Falcon 9 de SpaceX en diciembre de 2015 y cuando en marzo de 2017 SpaceX relanzó un cohete Falcon 9 usado con anterioridad. Shotwell asegura que no siente que haya discriminación de ningún tipo en la industria aeroespacial y que ella solo vivió un momento así siendo muy joven.

Tras ser contratada como becaria para un puesto para el que ni siquiera le hicieron una prueba o entrevista, el que iba a ser su jefe habló con ella por teléfono y, al darse cuenta de que era una chica (su nombre, Gwynne, es neutral en cuanto al género), le dijo que no podía contratarla porque el trabajo implicaba el levantamiento de objetos pesados.

Además, Shotwell cree que “si todos en la oficina tienen el mismo aspecto, piensan lo mismo, provienen de la misma universidad, tienen los mismos antecedentes, obtendrán la misma respuesta. Y puede ser la correcta, pero es mejor tener diez opiniones diferentes en la sala y diez perspectivas diferentes, hablando para llegar a la respuesta correcta”.

Por eso, asegura que como líder de un grupo de personas, no sabe de dónde podría venir la próxima gran idea. Por ello, defiende que incluir personas de todos los géneros, etnias y orígenes en su equipo aumenta exponencialmente sus posibilidades de éxito. Además, se muestra preocupada por la presencia femenina en las carreras técnicas. Asegura que hay mujeres en puestos clave de liderazgo, pero que faltan mujeres en puestos de mando intermedio. “Ese es el banco de pruebas; ahí es donde se crean nuevos líderes” y por eso cree que es necesario que esos puestos se pueblen más con mujeres que provengan del mundo de la ingeniería.

En el caso de SpaceX, se calcula que el 15% de los ingenieros son mujeres.

La sombra del acoso y la gestión de equipos

Sin embargo, una de estas ingenieras, Ashley Kosak, ha publicado recientemente una carta en la que denuncia el acoso que ha sufrido en SpaceX. En su misiva, asegura que siendo becaria un compañero “me agarró el trasero” y, aunque lo denunció, nadie en recursos humanos hizo nada, por lo que tuvo que seguir conviviendo con este compañero.

Es más, asegura que durante los años siguientes diferentes compañeros hombres tuvieron comportamientos sexuales con las mujeres que trabajan en SpaceX: recorrer su camiseta, abrazarlas sin consentimiento, mirarlas fijamente mientras trabajan o aprovechar cualquier situación para intentar ligar con ellas. Llega, incluso, a relatar cómo un compañero de trabajo “vino a mi casa e insistió en tocarme incluso cuando le pedí repetidamente que siguiéramos siendo profesionales”.

Esta ingeniera asegura que se llegó a reunir con Gwynne Shotwell y el jefe de personal, quienes aseguran no haber tenido conocimiento de estos sucesos. “Me dijeron que los directivos no están involucrados en las discusiones sobre la frecuencia de este problema dentro de sus departamentos. Me pidieron que les enviara por correo electrónico mi lista de soluciones propuestas”, señala.

Esta ingeniera explica que, finalmente, y por recomendación de su psiquiatra, se tomó una baja, momento en el que “recibí una cadencia frenética de llamadas de recursos humanos, pidiendo hablar, presumiblemente para que firmara un acuerdo de confidencialidad a cambio de dinero”.

Diez días después decidió dejar SpaceX. “Lo último que supe es que los nuevos becarios de SpaceX recibirían formación sobre cómo denunciar mejor su acoso. Los acosadores, por otro lado, aún no han sido llamados a rendir cuentas”. Sin embargo, poco después de publicarse esta denuncia el año pasado, la presidenta y directora de operaciones de SpaceX, Gwynne Shotwell, envió una carta a los empleados alentándolos a denunciar el acoso y asegurando que Recursos Humanos llevaría a cabo una auditoría interna y de terceros.

Esta directiva asegura que su papel es, básicamente, gestionar personas y asegurarse de que la compañía no tendrá que verse en la situación de tener que despedir a nadie. Según ella, es precisamente la responsabilidad de llevar equipos la parte más difícil porque no son máquinas y no siempre pueden dar el cien por cien.

En su opinión, para ser un buen líder tienes que saber escuchar a las personas para poder así comprender sus necesidades y preocupaciones y, con dicha información, tomar decisiones. Además, asegura que también tienes que dar buen ejemplo y que, cuando las cosas se ponen feas, es importante mantener una actitud positiva. Algo que, reconoce, aprendió siendo cheerleader.

Musk como jefe

Tras más de 20 años trabajando mano a mano con Elon Musk, ¿qué opina Gwynne Shotwell del hombre más rico del planeta? Esta directiva asegura que es el típico líder que te hace mejor en tu trabajo sin que le haga falta decir una palabra.

Eso sí, también reconoce que “no hay duda” de que Elon es “muy agresivo con sus plazos”, pero asegura que esto es lo que lleva a los equipos como el suyo a hacer las cosas mejor y más rápido. “Creo que todo el tiempo y todo el dinero del mundo no da como resultado la mejor solución, por lo que presionar al equipo para que se mueva rápidamente es realmente importante”.

Además, asegura que, cuando Elon Musk dice algo, “tienes que hacer una pausa y no soltar de inmediato: 'Bueno, eso es imposible' o 'No hay forma de que hagamos eso'". Es más, reconoce que hay que madurar la idea, pensarla y "encontrar las formas de hacerlo”, dice Shotwell. Esta responsable asegura que siempre tuvo claro que su trabajo era coger las ideas de Musk y “convertirlas en objetivos de la empresa, hacerlas alcanzables y sacar a la empresa de esta pendiente empinada para que la empresa estuviera en una situación cómoda”.

Pero, al mismo tiempo, se dio cuenta de que, cada vez que alcanzaba estos objetivos, la “gente se volvían a una situación cómoda”. Es entonces cuando Elon Musk lanza otra idea que hacía que los equipos salieran de su zona de confort. “Me di cuenta de que ese es su trabajo, y que mi trabajo es hacer que la empresa se sienta cómoda para que él pueda presionar nuevamente y ponernos de nuevo en esa pendiente”.

Algo que, según ella, hizo que comenzara a “gustarme mucho más mi trabajo, en lugar de estar siempre frustrada".

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