A mediados de este mes, tres astronautas chinos regresaban a la Tierra después de 183 días en el espacio. Se trata de un récord para la agencia espacial china (CNSA), en la segunda de sus cuatro misiones programadas para el ensamblado de la que también será su primera estación espacial: Tianhe. El gigante asiático avanza veloz en la carrera espacial y esta base no es su único objetivo, China espera llevar personas a la luna en la década en la que ya nos encontramos.
Una nueva carrera espacial. China aprieta la carrera espacial mientras Estados Unidos la afloja. Autoridades del país oriental comenzaron a hablar a finales del año pasado de llevar taikonautas (como son conocidos los astronautas de la agencia espacial china) a la luna antes de 2030; mientras tanto, Estados Unidos relajó su objetivo de llevar astronautas a la luna para 2024, argumentando que se trataba de un objetivo excesivamente ambicioso.
Esto lleva a la pregunta: ¿Por qué cuesta tanto llevar personas a la luna después de 45 años de la última misión Apollo? Hay varias respuestas, pero seguramente la más relevante sea su alto coste. Las estimaciones del coste total del programa Apollo varían pero rondan los 200 millones de dólares una vez ajustada la inflación. Un reciente estudio calculó que entre 1963 y 1969 la nasa gastó de media 31 mil millones de dólares (contando la inflación) en el proyecto. El presupuesto anual de la NASA para 2022 se queda justo por debajo de los 26 mil millones.
Hay otras cuestiones a tener en cuenta, por ejemplo el hecho de que, una vez alcanzada la meta el interés se perdiera. Además, la disolución de la URSS dos décadas después dejó a la NASA sin un rival claro. Entretanto, la exploración espacial se enfocó en otros proyectos, algunos más cerca de la Tierra, desde el programa del transbordador espacial hasta la Estación Espacial Internacional.
Artemis, el programa de la NASA que espera devolver a los humanos a la Luna, acumula también retrasos y sobrecostes, si bien se espera que este proyecto no solo sea una forma más económica de llevar humanos a la Luna, también más segura.
En cualquier caso, nadie ha pisado la superficie lunar desde que el 14 de diciembre de 1972 la misión Apollo 17 emprendiera su regreso a la Tierra. Cuatro años después, la Unión Soviética también finiquitaría su programa, Luna. La tecnología ha avanzado mucho desde entonces, haciendo posible este objetivo de regresar al satélite con una menor factura y con menos riesgos que antaño. Regresar a la Luna también tiene sus potenciales beneficios, por lo que las principales potencias espaciales ya se han puesto manos a la obra.
¿Y cuál es el estado actual de la misión china? Es difícil saberlo con exactitud, pero se puede considerar el estado de desarrollo de los distintos elementos de la misión. En primer lugar, la nave espacial que llevaría a los astronautas. El vehículo que sustituirá a la cápsula Shenzhou está ya en pruebas. Shenzhou no permite viajes fuera de las órbitas cercanas a la Tierra puesto que no está diseñada para soportar los niveles de radiación del espacio exterior ni para unas reentradas a la Tierra desde órbitas lejanas.
La futura nave, cuya apariencia externa no es muy distinta de las Orión del programa Artemis, podrá transportar entre cuatro y seis taikonautas frente a los tres de las cápsulas Shenzhou. Se desconoce el nombre de este elemento, por lo demás conocido como la nave espacial de nueva generación.
Sí tiene nombre en cambio el cohete que impulsará a los taikonautas y su equipo a la Luna: será el Larga Marcha 9, el equivalente al SLS de la NASA. Aunque el Larga Marcha 7 ha sido crucial en enviar las misiones Chang'e de exploración lunar, pero no son capaces de poner grandes cargas en la órbita lunar. Atendiendo a las estimaciones, estos cohetes deberían estar listos para estar en funcionamiento para 2028, siendo capaces de llevar cargas de unas 50 toneladas hasta la Luna o 140 toneladas a órbita terrestre baja.
El módulo lunar es el elemento más enigmático y probablemente el que se encuentre en una fase más temprana de desarrollo. Lo poco que se sabe es que China ya se encuentra trabajando en ello, aunque no ha trascendido ningún diseño de cómo será.
Historia de las Chang'e El plan de la CNSA no surge de la nada. Desde Pekín llevan décadas sentando las bases de un programa de exploración lunar, cuyas tres primeras fases (orbitar, aterrizar y regresar) ya están completadas, y cuya cuarta fase ya está en desarrollo.
El 24 de octubre de 2007, la sonda Chang'e 1 fue lanzada desde el cosmódromo de Xichang. Esta sonda sería la que abriría la primera fase de exploración y que se centraba en enviar vehículos a orbitar el satélite. Otra sonda más (Chang'e 2) sería enviada durante esta fase.
La siguiente misión era lograr aterrizar en la luna. Las Chang'e 3 y 4 enviaron módulos lunares acompañados de sendos rovers para la exploración.
Las pruebas de la tercera fase comenzaron antes de concluir la segunda. El objetivo no solo era ya alcanzar la luna sino también regresar. Y hacerlo con muestras lunares. Chang'e 5 fue lanzada el 23 de noviembre de 2020 y logró su objetivo de retornar con muestras de la Luna. Era la primera vez en 45 años, desde que en agosto de 1976, cuando la misión Luna 24 de la la URSS recogió sus muestras. Chang'e 5 es por ahora la última misión llevada a cabo en el contexto de este programa.
Próximos pasos La cuarta fase cuenta ya con tres misiones programadas, las Chang'e 6, 7 y 8. Esta fase pretende sentar las bases de una presencia continuada en la Luna. Se espera que la CNSA comience con los lanzamientos de esta fase en 2024. Uno de los objetivos de estas misiones será estudiar la posibilidad de utilizar recursos in situ.
China, además, ha alcanzado recientemente un acuerdo con Rusia para crear una base lunar robotizada, la International Lunar Research Station (ILRS). Los dos países han abierto esta cooperación a la comunidad internacional pero la situación presente no parece muy favorable para ello.
Imagen: Pixabay
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