Resumiendo: para cumplir con los objetivos de la lucha contra el cambio climático, necesitamos dejar los combustibles fósiles y pasarnos a las renovables. Es decir, tenemos que ser capaces de llenar el mundo de paneles solares y plantar turbinas eólicas en los huecos que queden libres.
Esto es bien conocido. Lo que no es tan conocido es que, para eso, necesitaremos multiplicar por 12 veces las producciones de metales raros como el neodimio, el terbio, el indio, el disprosio o praseodimio para 2050. Doce veces. Aquí es donde empiezan los problemas.
Suministro insuficiente
Un nuevo informe encargado por el Ministerio de Infraestructuras de Países Bajos advierte que, con los datos en la mano, a la industria de la energía renovable se le viene un problema encima: cito textualmente, “el suministro global actual de varios metales críticos es insuficiente para la transición energética”.
Para entender la magnitud del problema, el informe nos da una magnitud con la que comparar y afirma que con que “el resto del mundo desarrolle su capacidad eléctrica renovable a un ritmo similar al de Países Bajos" ya habría una escasez considerable. Y eso que solo estamos hablando de materiales específicos para la producción energética. Las tierras raras de los móviles y otros dispositivos electrónicos tienen sus propios (y serios) problemas.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Quizás lo peor del problema es que hemos llegado a este punto por simple y pura falta de previsión. Ya hay grandes reservas localizadas en el mundo, pero no están accesibles; es decir, hoy por hoy son reservas que no se pueden explotar y que, en el escenario más optimista tardaríamos 15 años en estar listos para hacerlo (con grandes inversiones de por medio).
A esta escasez hay que sumar lo que podría denominar la geopolítica de los metales raros. El 80% de la producción actual se concentra en China y, aunque tenemos soluciones parciales para determinados metales (Australia tiene reservas de neodimio o Turquía las tiene de boro), lo cierto es que la transición energética depende en gran medida de China.
Eso lleva a los investigadores a plantear la hipótesis “crisis del petróleo”. Es decir, ¿qué parecía si se empieza a usar ese dominio sobre los metales como un instrumento de política internacional? O, más sencillo incluso, ¿qué pasaría si China decidiera priorizar su propia transición energética? Si ya vivimos tiempos entretenidos, no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro.
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