El gas condiciona el precio de la energía, pese a que producir mediante la solar o la eólica sale mucho más barato. El sistema marginalista es lo mejor que tenemos, pero ahora desde la Comisión Europea han abierto la puerta por primera vez a modificar este sistema de fijación de precios, con la vista puesta en intentar reducir la dependencia con el gas.
Kadri Simson, comisaria europea de energía, se ha reunido esta semana en Madrid con Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, y ha dejado la puerta abierta a un cambio en el sistema de fijación de precios de la electricidad. Simson ha explicado que la crisis con Rusia puede provocar problemas en el suministro de gas y ha anticipado que para esta primavera quieren presentar nuevas ideas para acelerar el despliegue de las renovables.
La reforma del mercado eléctrico ya no es un planteamiento descabellado
A través de un borrador filtrado por Euractiv se conoció que la Comisión espera que el precio de la energía siga siendo muy volátil hasta al menos 2023. Sin embargo, no se incluía ningún cambio estructural de calado en el sistema de precios.
Todas las miradas apuntan a un informe que la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER) debería presentar en abril. Según describe Infolibre, la ministra española insistió en que se necesitan medidas excepcionales y la comisaria europea dejó la puerta abierta, aunque sea solo una rendija. Una posibilidad que hasta la fecha se negaba rápidamente.
"A largo plazo tenemos que identificar si esos ajustes son necesarios para reducir la volatilidad", explica Simson. El estudio lo realiza ACER, quien hasta la fecha se ha mostrado desfavorable a una reforma estructural. Veremos si en el informe de abril hay un cambio, impulsado por los acontecimientos recientes con Ucrania.
El problema de fondo es que el sistema de precios va a seguir subiendo, impulsado por un gas cuyo precio tiene un impacto enorme en el precio de la energía. Lo que deriva en una factura de la luz "insostenible", no solo en España, según ha reconocido la propia comisaria europea. Lo que durante mucho tiempo ha sido una solución descabellada, ya no se rechaza de manera contundente desde Europa. Un continente que empieza a replantearse opciones que hasta ahora se consideraban impensables.
No significa ni mucho menos que la Comisión vaya a adoptar esta reforma estructural, pero sí es significativo de la importancia que le dan a cómo el gas está repercutiendo negativamente en nuestra factura de la luz.
Imagen | Mykola Makhlai
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