El poder adquisitivo de los españoles no deja de reducirse. Primero fue la pandemia, con la consiguiente inflación, después la crisis energética a raíz de la guerra de Ucrania, que hemos visto reflejada en el aumento de los precios de los carburantes, la luz o el gas e incluso en los alimentos. El desorbitado aumento del precio del aceite de oliva ha sido un fenómeno que hemos analizado en Magent con anterioridad. Pero lo cierto es que prácticamente todo el sector alimentario se ha encarecido. Según el INE, más de cinco décimas en los supermercados españoles.
Y las predicciones no pintan un futuro mucho mejor. Otro producto básico de nuestras cocinas podría encarecerse en el corto plazo debido a la nueva revisión de la Ley de Bienestar Animal de la Unión Europea: el pollo.
La nueva normativa. La modificación de la ley establecería que las empresas dedicadas a la crianza de pollos están obligadas a disminuir en un 30% la superficie de sus granjas. A su vez, la Comisión Europea propone eliminar el uso de jaulas en la producción de carne de conejo, cerdo y pollo, lo que ha generado una gran preocupación entre los ganaderos españoles, que alertan del impacto económico que tendrían las medidas. Pero, sobre todo, de cómo repercutirá el aumento de los costes al precio del consumo.
Aumento en los costes de producción. Hay que tener en cuenta que actualmente en nuestro país existen cerca de 5.000 granjas de pollos, pero debido a la nueva normativa, que obligará a reducir la densidad de estos animales, serían necesarias un 70% más de naves para producir lo mismo. El coste adicional de los ganaderos sería aproximadamente de un millón de euros en avicultura de carne, por encima de los 500.000 euros en porcino y abocaría prácticamente al cierre al 95% de las granjas cunícolas, según un informe reciente de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)
Y preocupa en el sector una inminente disminución en la población rural si se diera una baja de la rentabilidad de este sector.
El impacto en el consumidor. La bajada de una tercera parte de los ingresos para el granjero también tendría su eco en el consumo, con un aumento drástico del precio de los alimentos cárnicos en el supermercado. De hecho, en los últimos días, las asociaciones de ganaderos ya han advertido de una posible subida del precio del pollo, dado que con las posibles medidas a introducir se reduciría la superficie utilizable de las granjas (recomendación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y eliminar las jaulas.
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) detalla que el precio del kilo de pollo podría triplicarse. Y en su informe se indica que si en la actualidad en los lineales el precio es de 3,25 euros por kilo el pollo entero, de aprobarse la revisión normativa se podría llegar a los 9,75 euros por kilo, casi al mismo precio que el pollo campero.
Las críticas. "El bienestar animal no tiene por qué mejorar con estas medidas. Criar a menos densidad no es sinónimo de tener estos parámetros mejor controlados. De hecho, puede ser más difícil y costoso conseguir mantener las temperaturas de una forma adecuada", explicaba el responsable del sector avícola de COAG, Eloy Ureña.
De igual manera se ha pronunciado Avianza, la Asociación Interprofesional de Carne Avícola, que ha subraya que si se aplican los cambios en la normativa de bienestar animal el pollo podría convertirse en un "producto de lujo" para los españoles. Desde la Asociación agraria ASAJA se teme por lo mismo: que “el sector va a desaparecer” y los precios “van a subir muchísimo". El presidente de esta asociación, Pedro Barato, criticaba que los daños colaterales serán terribles, ya que la ley no solamente repercutirá en estos tres sectores. “¿Qué pasará con los cebaderos, con la avena, con todo?”, se preguntaba.
Imagen: Igualdad Animal
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