Estados Unidos se ha pegado un tiro en el pie: las empresas surcoreanas se rebelan contra su ley de los chips

Europa y Estados Unidos han tomado una medida similar para reforzar su industria de los semiconductores y reducir su dependencia actual de Asia. A principios de febrero de 2022 Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, anunció que el Viejo Continente destinará 43.000 millones de euros a su industria de los chips (esta cifra recoge tanto la inversión pública como la privada). Estados Unidos, por su parte, aprobó en julio de 2022 el programa 'Chips and Science Act', que prevé dedicar 52.000 millones de dólares a este mismo fin.

Su punto de partida, no obstante, es muy diferente. Estados Unidos tiene una gran cantidad de fábricas de semiconductores, y algunas de ellas, como las que tiene Intel en Oregón o Arizona, la que posee TSMC en Washington o la que tiene Samsung en Texas, son de última generación. La industria de los circuitos integrados europea está mucho menos desarrollada, por lo que es evidente que tiene por delante un largo camino que recorrer para alcanzar su objetivo: fabricar en 2030 el 20% de los chips que se producirán en todo el planeta.

Estados Unidos tiene además a su favor el hecho de que Intel, TSMC y Samsung son algunas de las compañías que ya están construyendo nuevas plantas de semiconductores de última generación dentro de sus fronteras. Es evidente que la Administración liderada por Joe Biden tiene entre manos un plan ambicioso, pero acaba de tropezar con un problema que le complica el panorama, y con el que seguro que no contaba: los fabricantes surcoreanos de semiconductores no parecen estar dispuestos a aceptar sus condiciones. Las consideran abusivas.

Samsung y SK Hynix, en pie de guerra

La estrategia que está poniendo en marcha Estados Unidos para reforzar su industria de los semiconductores persigue atraer inversión y desarrollar el tejido empresarial dentro de sus fronteras. No obstante, el dinero que ha movilizado el programa 'Chips and Science Act' no está destinado únicamente a las empresas estadounidenses; las compañías extranjeras del sector de los chips también pueden participar en esta iniciativa. De hecho, algunas, como las surcoreanas Samsung y SK Hynix, ya han dado los pasos necesarios para hacerlo.

Las empresas que participan en el programa 'Chips and Science Act' deben entregar previamente su previsión de rentabilidad

Samsung ha invertido 17.000 millones de dólares en la puesta a punto de una planta de semiconductores de última generación que ya está siendo construida en Taylor (Texas). Si todo sigue su curso podrá empezar a fabricar chips a finales de 2024. Y SK Hynix, que es uno de los mayores fabricantes de circuitos integrados de memoria y sensores CMOS del planeta, planea construir en Estados Unidos una planta avanzada de empaquetado de semiconductores. A priori estas dos compañías cumplen los requisitos que ha estipulado el Gobierno estadounidense para poder acceder al respaldo económico que propone el programa 'Chips and Science Act'.

Sin embargo, y aquí llega un giro inesperado de los acontecimientos, cabe la posibilidad de que finalmente ni Samsung ni SK Hynix se sumen a este plan. El pasado 27 de marzo el Departamento de Comercio de Estados Unidos detalló las condiciones que deben cumplir las empresas que quieren acogerse a este programa, y una de estas cláusulas les exige entregar su previsión de rentabilidad con el propósito de confiscar el exceso de beneficios si finalmente llegase a producirse. Además, estas compañías tienen que entregar las hojas de Excel que detallan sus cálculos para que la Administración pueda comprobar previamente si están bien hechos.

No obstante, esto no es todo. Otra de las condiciones que impone el Gobierno estadounidense obliga a las empresas a comunicar qué capacidad de fabricación tienen sus plantas categorizada por tipo de oblea, volumen de producción anual o precio de venta durante el primer año de fabricación, entre otras variables. Según el diario BusinessKorea Samsung y SK Hynix no están dispuestas a aceptar estas condiciones. Estas compañías surcoreanas defienden que si entregan toda la información que les reclama la Administración su competitividad podría verse afectada, y las empresas estadounidenses tendrían en sus manos la posibilidad de aprovechar esta circunstancia. Les toca negociar. Veremos quién cede finalmente.

Imagen de portada: TSMC

Vía: BusinessKorea

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