Entre el 1 de enero y el 27 de octubre de 2020 se crearon en China nada menos que 58.000 nuevas empresas dedicadas al diseño o la fabricación de circuitos integrados. Casi 200 al día. Estas cifras son impactantes por sí solas, pero lo más sorprendente es que muchos de los emprendedores que las pusieron en marcha no tenían experiencia previa en el ámbito de los semiconductores, y este no es precisamente un sector en el que se pueda improvisar sobre la marcha.
El "efecto llamada" desencadenado por esta industria se produjo como consecuencia de una crisis de los chips que en pleno 2020 arreciaba con una agresividad inédita. No obstante, esto no es todo. En aquel momento el Gobierno chino ya tenía muy claro que Estados Unidos a la cabeza de la alianza occidental estaba decidido a torpedear su capacidad de desarrollo de su industria de los semiconductores.
Este sector es estratégico para China (al igual que para la mayor parte de los países desarrollados), pero no lo es desde hace tres años: lo es desde hace al menos una década. De hecho, en previsión del fuerte aumento de la demanda que estaba por llegar el Gobierno chino aprobó en 2014 un plan de 1,4 billones de dólares (billones de los nuestros, no de los anglosajones) que pretende incentivar el desarrollo de su ecosistema de los chips. Esta iniciativa es una golosina demasiado dulce para dejarla escapar, pero no parece estar saliendo como la Administración china había planeado. Al menos no del todo.
Convulsiones internas sacuden la industria china de los chips
Durante la última década el Gobierno chino ha repartido muchos miles de millones de euros entre las empresas consolidadas y las de nueva creación que podían contribuir al desarrollo de su industria de los chips. Este movimiento no es muy diferente a los pasos que han dado recientemente Europa con su Ley de los chips, o Estados Unidos con su programa 'Chips and Science Act', aunque la estrategia de China no persigue únicamente reforzar su sector de los circuitos integrados; ante todo aspira a reducir su dependencia de las tecnologías que están en las manos de las potencias extranjeras.
Como cabe esperar, las empresas que se han beneficiado de este impulso económico han adquirido una serie de compromisos con el Estado chino que no todas han sido capaces de respetar. De hecho, en 2019 y 2020 nacieron siete grandes compañías de fabricación de semiconductores en China, y ninguna de ellas produjo una sola oblea. El desarrollo de la base tecnológica y la puesta a punto de una planta de circuitos integrados avanzados difícilmente puede completarse en menos de cuatro años, pero parece que el Gobierno chino tiene sospechas muy serias más allá de los desafíos de índole técnica a los que se enfrentan las empresas de este sector.
Y es que durante los últimos meses varios ejecutivos de algunas de las mayores compañías de semiconductores del país han sido acusados de delitos de corrupción por la Administración. Y, en consecuencia, han sido detenidos. No obstante, el arresto que más ruido está haciendo es el de Zhao Weiguo, que es el exdirector general de Tsinghua Unigroup, una de las mayores compañías de chips y telecomunicaciones de China. Esta empresa es una de las que más se han beneficiado del respaldo económico del Estado (entre 2018 y 2021 recibió más de 8.000 millones de dólares de financiación), por lo que está siendo minuciosamente auditada.
Weiguo fue detenido a mediados de julio de 2022, pero la fiscalía china ha formalizado recientemente su acusación contra él por corrupción. No obstante, las detenciones no están privando de la libertad solo a algunos grandes empresarios; también han sido arrestadas algunas de las personas designadas por el Gobierno para administrar el dinero destinado al desarrollo de la industria de los semiconductores, como Gāo Sōngtāo, que era el vicepresidente de la filial del Banco de Desarrollo Chino, o Lù Jūn, el expresidente de Sino-Ic Capital.
Esta es una noticia pésima para la Administración china. La alianza occidental liderada por Estados Unidos y en la que participan países con una enorme relevancia en la industria de los chips, como Países Bajos, Japón o Corea del Sur, está decidida a poner contra las cuerdas el desarrollo de los semiconductores en China. Y en esta coyuntura este país no puede permitirse que sus propias empresas saboteen la estrategia que ha desplegado para independizarse desde un punto de vista tecnológico de las potencias extranjeras. El mayor desafío de fondo que tiene China por delante es, más allá de impedir el mal uso de sus recursos, reaccionar con la rapidez que exigen las circunstancias actuales.
Imagen de portada: ASML
Más información: The China Project | BBC News
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