Octubre de 2017. Ese fue el momento en que un pequeño enjambre sísmico avisó de que los 50 años de relativa calma del volcán palmeño de Cumbre Vieja habían llegado a su fin. Aún no lo sabíamos, claro. Y seguimos sin saberlo durante los siguientes cuatro años hasta que, en mitad de una enorme serie de seísmos, el 19 de septiembre de 2021 el volcán de La Palma hizo erupción destrozando más de 400 millones de euros en infraestructuras, sepultando centenares de hogares y marcando la historia reciente de la isla.
Estos meses de erupción han sido un recordatorio de nuestra incapacidad para predecir y controlar los volcanes. Sin embargo, como escribe Marc-Antoine Longpré hoy en la revista 'Science', “con los desastres vienen las oportunidades”. En este caso, “identificar y diseccionar la reactivación de Cumbre Vieja, desde sus inicios, después de cinco décadas de inactividad, tiene un valor tremendo” para esa incapacidad para predecir y controlar volcanes llegue poco a poco a su fin.
Los tentáculos sísmicos de la erupción
Evidentemente, la monitorización cercana de volcanes como el hawaiano de Kilauea o el Etna italiano nos ha permitido la identificación de patrones concretos para predecir próximas erupciones. Lo que ocurre es que estos volcanes tienen una actividad casi permanente y lo que aprendemos de ellos no se puede aplicar a otros que tienen períodos de inactividad mucho más largos. Como el del dorsal de Cumbre Vieja.
Por eso el análisis de los datos sísmicos previos de la isla de La Palma son tan interesantes (y han atraído la atención de tantos científicos): tenemos tecnología punta en un evento volcánico que, literalmente, es histórico. En este sentido, los análisis iniciales que recoge hoy la revista 'Science' sitúan en octubre de 2017 los primeros indicios de reactivación del volcán.
El análisis de estos cuatro meses, de cómo los enjambres fueron creciendo en intensidad y cómo cambiaron hasta el día de la erupción, nos va a permitir entender mejor cómo se prepara una erupción. Y, por supuesto, cómo podemos prepararnos ante ella.
Imagen | Fotografía de Sergio Cima en Stromboli (Italia)
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