Las tecnologías de captura de carbono son una de las grandes promesas en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo es posible que su implementación llegue demasiado tarde para solucionar uno de los impactos más temidos (y más presentes este año): la sequía.
Camino sin retorno. Un nuevo estudio climático ha modelado la interacción entre los niveles de carbono en la atmósfera y las condiciones de sequía, y el resultado no invitaba al optimismo. El motivo es que en este contexto específico la sequía causada por un aumento en los niveles de dióxido de carbono atmosférico fomentaban la sequía de manera más bien permanente, es decir, retirar después el CO2 atmosférico no implicaba una vuelta a la normalidad.
La célula de Hadley. La clave del estudio está en la célula de Hadley, una parte de la circulación atmosférica en la que el aire asciende en la zona ecuatorial, se desplaza en altitud en dirección hacia los polos para descender luego en latitudes subtropicales, cerca de los 30º al norte y al sur.
Esta circulación está vinculada con bajas presiones en la zona ecuatorial, lo que propicia un clima húmedo en estas zonas y con altas presiones y climas áridos en la zona subtropical donde las corrientes descienden de nuevo.
Hacia el norte. Según los modelos climáticos implementados por el equipo responsable del estudio reciente, una concentración alta de CO2 atmosférico haría que estas células se desplazaran hacia los polos en su conjunto.
Esto implica que la línea de aridez vinculada con esta célula se desplazaría también hacia los polos, lo que a su vez fomentaría la aridificación de entornos más cercanos a las latitudes bajas. Entornos como el sur de Europa.
Daño irreparable. Que los gases de efecto invernadero vinculados al cambio climático fomentarían un proceso de aridificación es algo que tiene poco de sorprendente. El resultado más llamativo tiene que ver con lo que ocurría cuando los modelos climáticos consideraban una reducción posterior de las concentraciones atmosféricas de CO2: la célula de Hadley no se restauraba a su ubicación original.
“Dicho de otra forma,” señalaba en una nota de prensa Kevin Grise, uno de los autores del estudio, “si el cambio climático causa cambios en los patrones meteorológicos tales que promuevan la sequía en una región concreta, extraer dióxido de carbono no recuperará necesariamente las condiciones de precipitación en esa región.”
Los detalles del estudio fueron publicados recientemente en un artículo en la revista Science Advances. En él también se menciona una de las limitaciones del estudio, y es que éste no considera todas las regiones subrtopical donde potencialmente podría producirse este fenómeno. Eso sí, entre las consideradas no sólo se encuentran el sur de Norteamérica, sino también la cuenca del Mediterráneo.
Captura y recuperación. Una de las implicaciones que tiene este trabajo tiene que ver con una de las tecnologías destinadas a mitigar las emisiones, la extracción de carbono de la atmósfera, es decir, las tecnologías que recogen las moléculas de CO2 ya en el aire y las capturan para que dejen de circular.
Esta no debe confundirse con una tecnología semejante, la captura de carbono, la cual “filtra” las moléculas de los gases de efecto invernadero para después procesarlas adecuadamente (generalmente almacenándolas en sumideros de carbono, ya sean naturales o artificiales.
Trabajos como este obligan a poner el énfasis en la captura y otras formas de reducción de las emisiones, puesto que una vez emitido el dióxido de carbono (u otros gases de efecto invernadero) recuperarlos puede convertirse en una tarea harto difícil, pero también de estasa utilidad. Además, en un mundo donde el sector energético no ha sido descarbonizado, éste es un proceso intensivo en el uso de energía.
En Xataka | Ya hay un sistema capaz de capturar el 99% del CO2 atmosférico. Y aun así no es suficiente
Imagen | Ray Raimundo
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