En septiembre unas intensas lluvias anegaron el Sáhara. Tenemos nuevas imágenes de la "resurrección" de sus lagos

Hace miles de años el Sáhara fue verde y estas imágenes nos pueden ayudar a entender cómo

En septiembre, algunas zonas del desierto del Sáhara, el mayor desierto cálido del mundo, vivieron un episodio de lluvias intensas. Las precipitaciones alcanzaron niveles como los que no se había visto en años y ríos y lagos se volvieron a llenar temporalmente.

Nuevas imágenes. La Nasa ha publicado nuevas imágenes del Sáhara, antes y después del intenso episodio de lluvias. Las imágenes, tomadas el 12 de agosto y el 29 de septiembre, respectivamente, muestran el lago de Sebkha el Melah, el Argelia.

La diferencia entre ambas imágenes es notable: el agua pasó a cubrir 191 kilómetros cuadrados en este lago, que alcanzó a tener una profundidad máxima de 2,2 metros. Esto lo situó, según las estimaciones, a un tercio de su capacidad.

Sebkha el Melah. Este lago efímero está ubicado en las sierras de Ougarta, en el centro-oeste de Argelia. El lago es alimentado por un torrente o wadidenominado Oued Saoura que puede verse en las imágenes (aparentemente seco en ambas) en la parte inferior derecha.

Tercer evento en 24 años. Aunque no conocemos al detalle el historial de eventos que han sido capaces de llevar el agua a entornos como Sebkha el Melah, un estudio publicado en 2020 sirve a la NASA para estimar que se trata de la tercera vez que las lluvias tienen la suficiente intensidad como para llenar este lago a sus niveles actuales.

Según los autores del estudio, publicado en la revista Geophysical Research Letters, las lluvias en 2008 y en 2014 podrían haber hecho que las aguas de este lago superaran la extensión y profundidad alcanzadas en septiembre de este año.

El llenado de estos lagos es “un fenómeno infrecuente, poco documentado, transitorio”, indicaba a la NASA Joëlle Rieder, coautora de un estudio reciente en el que analizaba la frecuencia de este tipo de eventos. Todos estos análisis fueron posibles gracias a diversos instrumentos de medición meteorológica por satélite, capaces de cubrir la ausencia de instrumentos sobre el terreno, como estaciones meteorológicas, en zonas remotas y despobladas.

Lago de Sebkha el Melah, captado el 12 de agosto. NASA Earth Observatory / Michala Garrison. Con datos Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos
Lago de Sebkha el Melah, captado el 29 de septiembre. NASA Earth Observatory / Michala Garrison. Con datos Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos

Landsat 9. Las imágenes recientemente publicadas también fueron tomadas desde la flota de satélites que apuntan sus instrumentos a nuestro propio planeta. Concretamente, fueron tomadas por el instrumento OLI-2 (Operational Land Imager-2) a bordo del satélite Landsat 9.

OLI-2 es una cámara capaz de operar en el espectro visible, infrarrojo cercano e infrarrojo de onda corta. Cuenta con una definición de 15 y 30 metros en sus bandas pancromática y multiespectral respectivamente.

El instumento se encuentra en el satélite Landsat-9 de la NASA y del Servicio Geológico de los EE UU (USGS), sonda que fue lanzada en septiembre de 2021 desde la base de Vandenberg y que desde entonces monitoriza los recursos terrestres de nuestro planeta.

Los Milankovitch y la oscilación del Sáhara. Estudiar eventos como el del pasado septiembre puede ayudarnos a comprender mejor los cambios en el clima vividos por el Sáhara en el pasado. Sabemos ya que el enorme desierto fue, hace milenios, un entorno vegetado y húmedo. El problema es que algunos datos aparentemente contradictorios nos impiden hacernos una idea exacta de en qué medida lo era.

Según explica la NASA, el estudio paleoclimático de esta región, es decir, de sus climas pasados, hace pensar a algunos expertos, que las precipitaciones en el pasado no eran suficientes como para alimentar los sistemas hidrológicos de la región de forma que estos pudieran sostener un “Sáhara verde”.

Teniendo en cuenta lo anterior y el tiempo que tarda el agua de lagos como Sebkha el Melah en desaparecer (se estima que sin lluvias su agua podría mantenerse durante un año), algunos expertos proponen que quizás el agua que falta en los modelos era provista por eventos como el vivido el septiembre. Estos eventos podrían haber sido más frecuentes en el pasado, permitiendo así el desarrollo de la vegetación y un Sáhara muy distinto al que hoy en día conocemos.

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Imagen | NASA Earth Observatory / Michala Garrison. Con datos Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos

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