Hoy parece inconcebible, cosa casi del Pleistoceno, pero en 1930, no hace ni un siglo, el plástico era una novedad que prometía facilitarnos la vida y abrirnos las puertas a una nueva era de consumo. Sonaba (y olía) a utopía futurista. Y lo era, en cierto modo. Con el paso del tiempo, sin embargo, aquel sueño ha ido adoptando poco a poco tintes de pesadilla ecológica. De las baldas de los supermercados, ha saltado a las calles, montañas y océanos. Incluso a nuestros estómagos. Intentamos ponerle freno con el reciclaje; pero, ¿hasta qué punto lo estamos consiguiendo?
La OCDE acaba de publicar un informe que pone el termómetro al pulso que echamos desde hace décadas al plástico. Y deja dos conclusiones, ninguna muy halagüeña: cada vez contaminamos más; y aunque crecen las cantidades recicladas, su porcentaje sigue siendo todavía minúsculo.
El consumo de plástico no pisa el freno. No, no son impresiones tuyas, cada vez hay más plástico. Y basura, claro. Los cálculos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestran que a lo largo de las últimas tres décadas su consumo se ha cuadruplicado. Solo entre 2000 y 2019 la producción a escala global se ha multiplicado por dos hasta situarse en 460 millones de toneladas. Aunque no coinciden exactamente en las cifras, los datos de Statista dibujan una tendencia similar: si en 2009 la producción mundial rondaba los 250 millones de toneladas métricas, diez años después, en 2019, había subido ya a 368. Y con una tendencia al alza.
La pandemia nos ofrece un ejemplo curioso de lo enraizado que está el plástico en nuestros hábitos de consumo. El "pinchazo" económico que acompañó al COVID-19 dejó un descenso del 2,2% en el uso del material, pero la caída se recuperó sin embargo en 2021 al hacerlo la propia actividad de las empresas y el consumo. Lo que sí percibieron los técnicos de la OCDE —incluso en 2020— fue un aumento de los envases de comida para llevar o material sanitario. ONU y OMS han alzado la voz también para advertir de cómo la crisis sanitario está derivando en una crisis medioambiental.
Un aumento desigual. Consumimos más en cierto modo porque somos más. Durante esas dos mismas décadas —de 2000 a 2019—, la población mundial ha crecido casi un 40%. Los datos de la OCDE reflejan sin embargo que la generación de residuos no es ni mucho menos homogénea y se concentra en gran medida en los propios países de la OCDE. Casi la mitad de los residuos parten de hecho de los 34 países que la conforman. Por media, cada estadounidense genera unos 221 kilos al año; en los países europeos de la OCDE el índice baja a 114 y en Japón y Corea a 69. Los estados de la organización son responsables del 14% de todas las filtraciones de plásticos.
El porcentaje de reciclaje, limitado aún. Para plantar cara a ese reto, desde hace décadas los países —no todos, ni de forma homogénea, por supuesto— han aplicado una batería de medidas tanto para reducir la producción de desechos como para incentivar su reciclado. Sobre la mesa se han puesto campañas de concienciación, prohibiciones e impuestos que penalizan los productos plásticos de un solo uso, como las pajitas, bastoncillos o platos. En España los datos de Cicloplast, muestran que, efectivamente, reciclamos mucho más que hace una década. En concreto, a lo largo de los últimos diez años el tratamiento de envases plásticos domésticos se ha duplicado.
La cuestión es ¿Qué resultado están dando esas medidas? ¿Hay cada vez más material reciclado? La respuesta —según la OCDE— es que el reciclaje tiene cada vez un peso mayor, sí; pero, aun así, nos movemos en porcentajes reducidos. Sus datos muestran que la producción mundial de plásticos elaborados a partir de reciclaje, los conocidos como "secundarios", se han cuatriplicado en apenas dos décadas. De 6,8 millones de toneladas en 2000 hemos pasado a 29,1 en 2019. Sin embargo y a pesar de ese alza, representan apenas el 6% de la producción total de plásticos.
¿Qué está fallando? Una de las claves es que reciclamos poco aún. El informe Global Plastics Outlook, concluye que únicamente llegan a la cadena el 9% de los residuos plásticos. Arrojamos algo más a los colectores, pero no todo se aprovecha. Las tablas de la OCDE reflejan que si bien se recoge para su reciclaje el 15%, el 40% acaba eliminándose como residuo.
¿Qué pasa con el resto de la basura que dejan los envases que compramos a diario en los supermercados? El 19% se incinera, el 50% se utiliza como relleno sanitario y el 22% elude los sistemas de gestión y va a parar a rellenos incontrolados, se queman en fosas abiertas o acaba contaminando la tierra, los ríos, lagos o mares, sobre todo de los países más pobres.
Lo que nos jugamos. 2018 se despidió con sorpresa: la Fundación del Español Urgente escogió "microplásticos" como palabra del año. Es solo una anécdota, pero da una idea clara de la atención cada vez mayor que autoridades y sociedad dedican al reto de los plásticos. Solo en 2019 se filtraron a los medios acuáticos alrededor de 6,1 millones de toneladas de residuos plásticos.
Los expertos calculan que 1,7 fluyeron hacia los océanos, engordando la gigantesca "reserva" de 30 millones de toneladas de desechos plásticos que calculan que se acumulan ya en nuestros mares. Otros 109 se reparten por los ríos, lo que garantiza que, aun el caso de que consiguiéramos frenar la contaminación, nuestras grandes masas de agua seguirán recibiendo basura durante décadas.
Las soluciones. La OCDE no es la única organización que ha puesto el dedo en la yaga en las últimas semanas. Hace poco WWF publicaba un informe con datos igual de alarmantes: para 2040 la producción mundial de plásticos se habrá duplicado otra vez y en 2050, si no adoptamos medidas, la polución por plásticos se habrá multiplicado por cuatro. ¿Cómo atajar ese problema? La OCDE anota que una de las claves pasa por mejorar la gestión de residuos y lograr un aumento del reciclaje. Más allá de darle una salida "verde" al material que ya tenemos circulando, la principal solución parece apuntar sin embargo a reducir la propia producción. Tanto el organismo de los 34 estados como la WWC abogan por adoptar medidas más allá de las fronteras, con una escala global.
"La crisis global de los plásticos también debería ser un asunto de urgencia para todos", inciden desde la WWC, que pone énfasis la "urgencia" de un tratado internacional vinculante. "Para reducir la contaminación por plásticos habrá que implementar ciertas medidas y fomentar la cooperación internacional con miras a reducir la producción mediante, entre otras cosas, la innovación, un mejor diseño de productos y el desarrollo de alternativas ecológicas", zanja la OCDE.
Imagen de portada | Nick Fewings (Unsplash) y Nareeta Martin (Unsplash)
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