España, con más de 8.600 barcos y 150.000 empleos indirectos, es la gran potencia pesquera europea. Las capturas de pescado y marisco suponen el 16,3% de todas la de la Unión, pero el 28% del valor total. Y, sin embargo, durante los últimos años, el sector pesquero ha sufrido una 'tormenta perfecta'.
Mientras las capturas ilegales no dejan de crecer en todo el mundo (incluida España), la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con la conservación de los caladeros comunitarios ha puesto contra las cuerdas.
Una bomba de relojería. De madrugada, el 11 de diciembre la Unión Europea aprobado, por unanimidad, las posibilidades de pesca para el año que viene. La Comisión había propuesto una reducción de los días en que la flota del Mediterráneo podía practicar la pesca de arrastre: de los actuales 130 a 27. España, como principal afectada, estaba en contra.
En 2019, la UE aprobó un plan plurianual para proteger a las poblaciones de peces demersales del Mediterráneo y, de esta forma, asegurar la explotación de estos recursos biológicos marinos. Se incluía un periodo transitorio de cinco años en el que "se ha ido reduciendo progresivamente el número de días en que los barcos con redes de arrastre salen a pescar" y otro tipo de medidas.
Es 2025. Es decir, ahora tocaba aplicar toda la batería de restricciones y ha estallado el conflicto.
¿Por qué? Sobre todo, porque el grueso de la iniciativa afectaba a un buen número de especies comerciales como la merluza, el salmonete, la gamba roja del Mediterráneo, la gamba de altura, la langostino moruno o la cigala.
Esquivando el problema... Finalmente el acuerdo permitirá que se mantengan los mismos días de pesca que en 2024 siempre y cuando se apliquen distintas medidas (desde recoger menos pescado a respetar vedas en ciertas zonas pasando por un cambio integral de las artes de pesca).
Como explicaba nuestro compañero Miguel Ayuso, "se trata de una cuadratura del círculo que, probablemente, no va a convencer ni a los pescadores ni a los ecologistas". Unos porque tendrán que faenar con muchas más restricciones y realizar grandes inversiones; los otros porque lo verán insuficiente.
...pero, desde luego, no solucionándolo. España sigue siendo un gigante en todo lo que tiene que ver con el sector agroindustrial y alimentario. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de estos años, el sector combina empresas punteras con grupos poco coordinados, sin capacidad financiera y poca visión estratégica a largo plazo.
Ya hemos visto como otros gigantes agroalimentarios decaían y entraban en una 'bancarrota' productiva. La gran pregunta es si vamos a ser capaces de evitar el mismo destino.
Imagen | Romanos Senikidis
Ver 4 comentarios