Somos adictos al plástico. En 2020 casi se volvieron a batir récords (la COVID-19 frenó ligeramente el dato) y se produjeron 367 millones de toneladas a nivel global. La mayor parte acaba en la basura y eso provoca un problema medioambiental que no se soluciona dejando de usarlo.
Ahí es donde entran en juego los microorganismos que han aprendido a comer plástico. Un grupo de científicos japoneses descubrieron una bacteria que es capaz de convertir los populares plásticos PET (tereftalato de polietileno) en la base de su alimentación, y ahora nuevas investigaciones basadas en aquel hallazgo plantean una "súper enzima" capaz de devorar el plástico y aliviar el problema.
Las enzimas que devoraban el plástico
En 2016 Kohei Oda y su equipo del Instituto de Technología de Kyoto en Japón descubrieron una nueva cepa de bacteria llamada Ideonella sakaiensis 201-F6 que era capaz de desarrollarse en pedazos de PET. No solo eso: estas bacterias podían usar esos plásticos como su base alimenticia, degradando el PET durante el proceso.
La clave estaba en una pareja de enzimas que la bacteria producía. Una de ellas reducía las moléculas de los plásticos PET en moléculas más pequeñas llamadas MHET. La segunda enzima, llamada MHETasa, producía etilenglicol y ácido terftálico a partir de esas moléculas. ¿Qué significaba eso? Pues básicamente, que la bacteria podía invertir el proceso de fabricación del PET.
El trabajo en este área no era nuevo, pero aquel descubrimiento acabó planteando una revolución que provocó nuevos esfuerzos en investigación. John McGeehan, de la Universidad de Portsmouth, llevó aquello más lejos y creó junto a su equipo la estructura tridimensional de la bacteria para entender cómo se comportaba.
Al trabajar con esa estructura la pulieron, y lograron que la enzima fuera aún más eficiente a la hora de degradar el PET. Ahora McGeehan quiere modificar la PETasa y otras enzimas similares para poder crearlas a escala industrial y eliminar plásticos que de otro modo amenazan el medioambiente.
En 2020 ya indicaron que habían logrado crear una "súper enzima" ligando la PETasa y MHETasa, lo que permitía que este compuesto "devorara" el PET hasta seis veces más rápido que las dos enzimas trabajando por separado.
Hay otros grupos que han logrado resultados prometedores en este mismo ámbito con otras enzimas, y nuevos indicios han revelado que cada vez hay más microbios con esa capacidad de degradar el plástico.
Estas investigaciones comienzan ya a verse en soluciones reales. La Universidad de Portsmouth ha creado una startup llamada Revolution Plastics que por ejemplo ha llegado a un acuerdo con Coca-Cola para desarrollar un proyecto en este ámbito, y también es parte de un esfuerzo internacional llamado BOTTLE que negocia con grandes empresas del sector para resolver el problema.
Existen ya plantas avanzadas como la que existe en Clermont-Ferrand, en Francia, donde la empresa francesa de biotecnología Carbios recicla y procesa PET gracias a una enzima que se detectó originalmente en el compost y que se modificó para que funcionara aún mejor en este ámbito.
Estas enzimas no son la solución definitiva —hay plásticos más duros y resistentes— pero plantean una alternativa que desde luego puede ayudar a aliviar el problema y lograr así reducir los residuos plásticos que se acumulan en vertederos y océanos.
Vía | The Guardian
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