Había dos opciones: cerrar Benidorm y acabar con la ciudad o llevar el agua a través de barcos cisterna
A grandes males, grandes remedios. La gestión del agua es vital en cualquier sociedad, pero sobre todo en países como España que sufren sequías cada vez más comunes. Este año, Tenerife declaró la emergencia hídrica y en Cataluña o Andalucía la situación es límite. No son extrañas las noticias de localidades en las que se restringe el suministro a ciertas horas o, directamente, se corta porque no hay agua.
Hace 40 años se vivió algo similar en Benidorm. El agua debía llegar a través de barcos, pero se recuperaron y hoy son ejemplo de gestión.
No es tan raro. 1978 suena a hace mucho tiempo, pero realmente eso de abastecer a la población mediante barcos no es algo del pasado. De hecho, ante la situación actual de sequía, varias comunidades se están planteando empezar a movilizar barcos cisterna. La Generalitat de Cataluña avisó que en marzo empezarían a abastecer a Barcelona y la comarca de Girona mediante barcos cisterna si no llovía lo suficiente. Y la Junta de Andalucía ha dicho algo similar.
Una relación complicada. Volviendo a Benidorm, la ciudad siempre ha tenido una relación peculiar con el agua. Cuando la zona empezó a repoblarse en 1666, uno de los incentivos para atraer población fue llevar agua hasta la ciudad. ¿Cómo? Mediante la Séquia Mare, una acequia de 15 kilómetros que recogía el agua del barranco de Polop.
Con el paso de los años y el aumento de población, se construyeron cuatro fuentes públicas, pero debido a la orografía, la acequia seguía siendo la vía principal de suministro debido a los problemas en las tuberías de las fuentes. En 1951, el alcalde de la ciudad decidió que quería potenciar el turismo de una ciudad que tenía unos 3.000 habitantes y se ideó un sistema para abastecer hasta a 15.000 personas. Se quedaron cortos.
Y llegó el colapso. El problema era que, en verano la población ya llegaba a esas 15.000 personas, por lo que el sistema estaba al límite y se necesitaba que dos embalses derivaran agua a la ciudad. Sin embargo, en los setenta llegó una terrible sequía. El pozo de Rabasa no era suficiente, en el embalse de Guadalest se tuvieron que instalar bombas sumergibles porque el tubo de toma no llegaba debido al nivel tan bajo y algo había que hacer.
Salvemos el turismo. El Consorcio tomó la decisión de abastecer a la población mediante barcos cisterna con un objetivo muy claro: evitar que se paralizara el turismo, algo que estaba siendo clave para la región y uno de los motores más importantes en la economía. Por eso, se transfirieron miles de litros desde Alicante mediante barcos.
Cambio de chip. Ciriaco Clemente, gerente de Hidraqua en las Marinas Alta y Baixa, comentó a La Vanguardia que, debido a la situación, las autoridades del momento "decidieron que había que invertir mucho dinero en infraestructuras hidráulicas, pero de una forma constante anual, no de manera esporádica".
Ese cambio de mentalidad se produjo a todos los niveles: "mientras en los últimos 20 años casi se ha duplicado la población, el consumo se ha reducido en un 20%. Eso no se consigue de un día para otro y se ha logrado una gestión eficiente de la red, que se renueva de forma que elimina las redes obsoletas, se digitaliza y se logra controlar las pérdidas en tiempo real".
Un aprovechamiento sobresaliente. Debido a tener una gran mayoría del sistema informatizado, el centro de control permite ver en tiempo real todas las instalaciones y el sistema tiene una línea de tiempo hasta 2030 que permite ver dónde invertir recursos en la modernización.
Como apuntan desde Lifeinbenidorm, el aprovechamiento hídrico es del 95% cuando la media española y europea se sitúa alrededor del 75%. Esto significa que un 25% del agua que se transporta a las ciudades se pierde, pero en Benidorm esa pérdida es anecdótica. Además, aproximadamente un 30% del agua que utiliza la ciudad se reutiliza en riegos de jardines o agricultura.
Y siguen mejorando. Parece que Benidorm se ha tomado el perfeccionamiento de la gestión del agua como un reto personal y este año anunciaron la adquisición de 1.600 contadores inteligentes tras una inversión de 220.000 euros. El concejal José Ramón González de Zárate afirmó que "con la instalación de estos 1.611 contadores inteligentes, vamos a lograr que el 96% de los contadores de agua de Benidorm dispongan de telelectura para controlar el consumo en tiempo real y detectar fugas de forma inmediata".
Sin duda, es un logro que una ciudad con una demografía tan cambiante cuente con un control tan preciso de un recurso tan preciado, sobre todo de cara a periodos tan complicados como las sequías que estamos experimentando.
Imagen de portada | Hidraqua y foto de Niels Johannes
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