Del Microverso al Reino Cuántico en 'Los Vengadores': la historia de la dimensión secreta que puede aguarle la fiesta a Thanos

Imaginemos una burrada. Que al sacar Excálibur de la piedra (ya sabéis, la de Arturo) estallara un Big Bang.

¡BOOOOOOOOOOOOM! Un cosmos al completo, con sus galaxias, quásares y los tan de moda agujeros negros nadando en el plasma amniótico primigenio.

Pues si la espada no se llama Excálibur, sino la Espada de la Estrella (que, mire usted por dónde, podría ser la reencarnación futura de Excálibur), eso es exactamente lo que pasa. La espada de la Estrella adquirió consciencia propia y se sacrificó para generar un mundo: El Microverso. Un mundo que bajo otro nombre, El Reino Cuántico, jugará un papel esencial en la esperadísima e inminente 'Los Vengadores. Endgame'.

¿Confundido? No es para menos. Pero como damos por hecho que todo el que pase por aquí está mordiéndose las uñas hasta hacer sangrar las cutículas en la espera a 'Los Vengadores. Endgame', te vamos a contar un cuento que, como dice el titular, es diminuto e inabarcable. Y vamos a plantear también cómo el mundo en el que se ambienta este cuento puede ser clave, como ha sugerido Kevin Fiege, para hacerle la puñeta al Genocidio de Thanos.

Como si fuéramos Rick Moranis, o la tripulación del Proteus, nos encogemos, nos encogemos y nos encogemos para explorar el Universo Marvel más bonsai. Tanto en las viñetas como en la gran pantalla.

Cuando tu nombre no te pertenece

La historia difiere según quien la cuente. En CBR y la Wiki, me leí que era cuestión de Paramount Pictures. En Slash, de los derechos comprometidos con una empresa nipona (Takara) a la que Marvel le hizo un branded en toda regla. Pero la conclusión del asunto es la misma: Marvel no puede usar, en la gran pantalla, el nombre más popular para su Universo más diminuto, El Microverso. Y por eso, al calor de las últimas modas científicas y tecnológicas, era la ocasión perfecta para rebautizarlo como El Reino Cuántico.

Pero antes de sumergirnos en la intrahistoria de este nacimiento, que es la mar de interesante, vamos a hacer un largo salto en el tiempo a abril de 1946, mes en el que se publicaba la grapa del Capitán América #25, primera parte de una miniserie titulada, muy a lo E.A. Burroughs, 'La Princesa del Átomo'.

En este número, cuya portada es un delirio que protagonizan tiburones y buzos nazis, Bucky y el Capi acaban reducidos a la mínima expresión (tras ingerir una droga menguante en un guiño/plagio a Lewis Carroll) y adentrándose en el Reino Atómico, la primera encarnación del Microverso en viñetas Marvel. Luego, en el número #26 (muy a lo Verne), los héroes viajan tras el malvado dictador Togaro en una nave que los reduce aún más hasta alcanzar el reino de Mita. Os dejamos con las páginas en las que sucede tal hito.

Una droga como el 'Bébeme' de la Alicia de Lewis Carroll reduce a Capi y Bucky a su mínima expresión.
En el segundo capítulo es una nave y no una roca lo que les permite reducirse lo suficiente para hollar Mita, primera encarnación del Microverso de Marvel.

Salto en el tiempo, de nuevo, de no pocas décadas. 1979 arrancó el año con un nuevo lanzamiento para el Universo Marvel: Los Micronautas. De sus aventuras (que duraron siete años) hablaremos en un epígrafe propio a continuación. Pero ahora toca pararse en la génesis de tal tebeo, porque es la mar de interesante ver cómo cambian los vientos en el piélago de la cultura pop.

Si hoy a Marvel no hay quien le tosa, y es una máquina imparable de hacer dinero, en los 80 no se le caían los anillos por actuar servilmente hacia otras compañías si había pasta de por medio. 'Micronautas' es lo que hoy llamamos un branded content transmedia, un tebeo concebido para apoyar el lanzamiento de un producto que es el verdadero foco de venta. En este caso, los muñecos de una compañía japonesa, Takara, que licenció su popular personaje Microman para crear una línea de juguetes para Estados Unidos que acometería la juguetera local Mego.

Un mapa del mundo central del Microverso, donde suceden las aventuras de los Micronautas.

Los tebeos de Marvel fueron mera comparsa de acompañamiento a estos muñecos; aunque, curiosamente, tuvieron una vida mayor. Mego dejó de fabricar los muñecos en 1980, dos años antes de entrar en bancarrota. Y Marvel continuó con 'Los Micronautas', que contaban con el guionista Bill Mantlo como principal valedor, hasta 1986.

Y volvemos a saltar en el tiempo (el último, prometido); esta vez, muy cerquita, a ese lanzamiento en 2015 de Ant-Man y de El Reino Cuántico. Otra vez, no es ni en las viñetas ni en los fotogramas donde hay que buscar la inspiración para uno de los escenarios más evocadores —si no nos creéis, atentos a la captura bajo estas líneas de 'Ant-Man & Wasp'— del Universo Cinematográfico Marvel. Por cierto, el crédito de la ocurrencia del nuevo nombre hay que dárselo al consultor científico de 'Ant-Man', Spyridon Michalakis. Un "I'm Groot" por él.

El espectacular Reino Cuántico del Universo Cinematográfico de Marvel.

Como sucedió con 'Piratas del Caribe', el 'Reino Cuántico' de 'Ant-Man' se inspiró en una atracción de Disneylandia, en concreto en 'Adventure Thru Inner Space' que formaba parte de ese proyecto loco que Brad Bird llegó al cine (siempre defenderé que magníficamente) en 'Tomorrowland'. Prometimos que no haríamos más viajes en el tiempo, pero en realidad hay que hacer dos, para conocer la historia de esta atracción que abrió sus puertas el 5 de agosto de 1967 y las cerró el 2 de septiembre de 1985, para hacer sitio nada menos que a 'Star Wars'.

Wikipedia contiene un repaso en palabras a lo que debió ser un tour maravilloso, en el que los asistentes escuchaban una falsa voz de Orson Welles, impostada por el brillante imitador Paul Frees. Me quedo con este fragmento de la narración, que creo que ha inspirado a los cineastas hondamente: "Soy tan infinitamente pequeño que puedo ver cómo orbitan millones de electrones. Parecen la Vía Láctea, la de nuestro propio Sistema Solar. Este vasto reino, ESTE es el infinito universo contenido en la diminuta mota cristalina de un copo de nieve."

Para el que tenga curiosidad de qué pinta tenía, pues un video del Disney History Institute (tal cosa existe) nos lo permite ver. Y acto seguido, la recreación del tour completo por un aficionado de realidad virtual. Hasta se plasma el logotipo química que lo patrocinaba: Monsanto.

Muñecos que son héroes

Portada del primer número de 'Micronautas', publicado en enero de 1979.

Qué loco y maravilloso era leer los tebeos de cualquiera de las tres edades mayores (Oro, Plata y Bronce). Había una locura por la locura, una febril efervescencia creativa que se contagiaba. Y, sobre todo, se iba al grano. A lo bestia.

El primer número de Micronautas arranca a lo 'Star Wars'. Ni media página para tomar el aliento, porque nos vemos inmersos, ya de entrada, en una pedazo de rebelión en el Planeta Homeworld. La primera viñeta ya va desbocada, con la Princesa Mari y el Príncipe Argon a galope tendido, mientras los habitantes del astro se lanzan a una limpieza de la casta nobiliaria equivalente a la que vivió Rusia con los Románov.

Así arrancan unos tebeos muy locos con ideas de lo más curiosas. Por ejemplo, las armas de los rebeldes (literalmente denominados: soldados-perro) en el primer episodio solo provocan el fallo de las funciones vitales, para dejar los cuerpos de las víctimas abiertos al reciclaje. Hay telepatía, magia, láseres, blásteres y un amor por el color y la fantasía desbordada que nos retrotrae aún más que a Star Wars a su más ilustre predecesor: 'Flash Gordon'.

El grupo de héroes sigue la tónica variopinta de los 'Guardianes de la Galaxia', aunque sin su cachondeo. Los personajes, por supuesto, replicaban a sus juguetes homónimos —Acroyear, Microtron, Space Glider, Marionette, Bug y Pharoid—; y cuando daban el salto a nuestro mundo, mantenían el tamaño juguetil, supongo que por aquello de ganar la guerra psicológica y plantar la semilla en el joven lector del "¡Hazte con todos!".

El episodio #31 de Micronautas permite a Doctor Extraño ser testigo de la génisis del Microverso.

Aunque no se los recuerda con especial cariño, lo cierto es que leerlos desde el hoy hace apreciarlos de otra manera. Aunque mantenían las cartelas explicativas, 'Micronautas' era atrevido en su paginación y color, con escenas de acción que se explicaban así mismas en imágenes. Y a pesar de sus obvios préstamos (bordeando el plagio) de 'Star Wars', la locura de su historia, para un aficionado al 'Kingdom Hearts' y similares como es mi caso, no deja de resultar estimulante. El Episodio #31, en el que Doctor Extraño asiste en una proyección astral a cómo la Espada de la Estrella crea el Microverso, es apoteósico.

'Micronautas' murió en Marvel allá por agosto de mayo de 1986. Pero tuvo una prolongación en otras casas ilustres como Image o IDW. Esta última ostenta los derechos actualmente y ha remozado el aspecto del tebeo a los estándares de hoy en día. Aunque ese regusto pulp que tuvo la etapa Marvel en sus 59 números es enternecedor. Un tebeo para matar el tiempo al que merece la pena darle un tiento.

El aspecto de los 'Micronautas', en su versión 'viñetuda' más reciente, publicada por IDW.

Thanos, los cuantos vienen a por ti

A la cuántica se la ha manoseado en ficción de todas las salaces formas posibles. Que si multiversos, que si viajes en el tiempo, que si realidades paralelas, que si conexiones telempáticas (y telepáticas). La cosa es tan contraintuitiva, compleja y misteriosa que da para que los escritores se pongan a desbarrar a lo bestia. Sin ir más lejos, un maestro de nuestras letras, Guillém López, la usó como macguffin para una durísima novela que afronta la muerte de un hijo: la maravillosa 'Arañas de Marte' (Valdemar, 2017).

Pero aquí lo que nos importa, porque Kevin Fiege nos ha puesto tras la pista, es cómo se usa el Reino Cuántico para vencer a Thanos. Vamos a hacer unos cuantos spoilers. Avisados quedan los que tengan alguna pendiente del maratón Marvel.

Lo esencial del final de 'Ant-Man & The Wasp' es ese momento WTF cuando Scott Lang se queda atrapado en el Reino Cuántico y toda la familia Pym, en pie en nuestra realidad, desaparece con ese espectacular efecto de barro desmenuzado tras el Genocidio de Thanos. Evidentemente, si Scott está ahí es porque va a jugar un papel muy importante en la resolución de 'Endgame'.

Así que vamos a echarle un poquillo de imaginación, aprovechándonos de algunas cosillas que se han podido ver en los tráileres de 'Endgame' y de mi personal conocimiento, como buen frikiMarvel, de estas 22 películas. El Reino Cuántico no ha definido a tope sus reglas; pero parece que una de ellas podría ser que es ajeno al espacio-tiempo.

Esto abre dos posibilidades:

  1. Un viaje en el tiempo convencional en el que se altere el resultado de los acontecimientos de 'Avengers. Infinity War'. Este camino sería convencional y decepcionante, y no creo que los Russo tiren por él, porque creo que son conscientes de que es el primero que hay que tirar a la basura.

  2. Una alteración del espacio-tiempo más radical e impredecible. Si recordamos la misión de Scott Lang al final de 'Ant-Man & The Wasp' (y consigue cumplirla), la meta era obtener energía cuántica para poder estabilizar a Ghost, la villana, durante buena parte del metraje, de ese filme. Si Scott Lang logra volver, tal vez encuentre uso para esa energía cuántica.

Y aquí es donde me tiro yo el triple. Creo que no va a haber manera de cambiar lo ocurrido en 'Infinity War'. Creo que el gran combate con Thanos lo que va a plantear es una suerte de salto a otra temporalidad alternativa no controlado. Creo que Capitana Marvel y Ant-Man harán algo con esos poderes solares de la Capitana y lo que sea que se ha llevado Pym del Reino Cuántico para provocar un reseteo de todo el Universo Marvel.

Y creo que en ese reseteo pasarán varias cosas: habrá nuevos personajes (X-Men), habrá personajes que nunca existieron (los actuales Thor, Capitán América o Iron Man) y habrá personajes que continuarán pero con sus biografías alteradas (Ant-Man, Capitana Marvel o Spider-Man).

Creo que los Russo están pensando en estos términos y me juego contigo, xatakero, una apuesta por esta solución que resolveremos muy pronto, tan pronto como el próximo jueves allá por las 00.00.

Si acerté, pues le pediré una birra (artesanal) a cada lector que me cruce; con pinchito. Si fallé, pues espero que no me la pidan, que tengo un hijo peque. Pero si se me pide, la pago.

En cualquier caso, yo si fuera Thanos me iría comprando peluca, gafas y perilla. Porque cobrar, va a cobrar. No le va a quedar cuanto sano.

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