En el mundo de la alta fidelidad la línea que separa lo esotérico de lo que tiene una justificación técnica es a veces tenue. Una de las peculiaridades más llamativas del mercado que da soporte a esta afición consiste en que a pesar de su moderado tamaño está conformado por un número de empresas importante. Y muchas de ellas son relativamente pequeñas.
Sobrevivir en un mercado con un volumen comedido y en el que la competencia es muy dura requiere ser capaz de atraer la atención de los aficionados. Muchas marcas (probablemente la mayoría) apuestan por exponer aquellos atributos de sus productos que les parecen más competitivos, como, por ejemplo, su calidad de sonido, su diseño o su construcción.
Sin embargo, también hay marcas que apuestan por otra estrategia que a corto plazo puede funcionar, pero a medio y largo plazo suele condenarles a un fracaso estrepitoso. Las empresas que deciden recorrer este camino para capturar la atención de los aficionados suelen edulcorar las características de sus productos, y una forma de hacerlo consiste en introducir en ellos materiales o componentes llamativos que no responden a una justificación técnica.
Si su presencia no está justificada con un argumento técnico sólido, solo es 'marketing'
Afortunadamente los aficionados tenemos una herramienta muy valiosa que puede ayudarnos a protegernos de estas argucias: la coherencia. Si un material o un elemento concreto de un componente de alta fidelidad no va de la mano de una justificación técnica clara, sólida y libre de ambigüedades lo más probable es que se trate de un intento del fabricante de llamar nuestra atención introduciendo algo que encarece su producto pero que, en realidad, posiblemente no aporta nada relevante a su sonido.
Las cajas acústicas son un componente de nuestros equipos de música muy sensible a estas prácticas, especialmente si nos ceñimos a los materiales utilizados en la fabricación del recinto y el diafragma de los altavoces. Algunos fabricantes introducen en ellos elementos caros y llamativos que por el mero hecho de serlo pueden despertar la suspicacia de algunos aficionados.
Y llegados a este punto podemos encontrarnos con dos opciones: que solo estemos ante una maniobra de marketing que no está vinculada a una justificación técnica, o bien que ese elemento sí tenga un impacto en la calidad de sonido perceptible y cuantificable utilizando el instrumental de medida adecuado.
A estos últimos componentes está dedicado este artículo: a aquellos que por su naturaleza, e, incluso, por su carácter lujoso, pueden invitarnos a pensar que no son más que una argucia de marketing del fabricante, pero que, en realidad, aportan y están justificados desde un punto de vista estrictamente técnico.
Estos son algunos materiales exóticos, y con sentido, utilizados en el diafragma
Como he mencionado unas líneas más arriba, el diafragma de los altavoces es un elemento en el que algunos fabricantes introducen materiales que a priori podrían invitarnos a pensar que solo responden a una maniobra de marketing. Sin embargo, la presencia de algunos de ellos está justificada porque persigue aproximar el comportamiento del altavoz al de un pistón ideal.
El diafragma de un altavoz perfecto debería ser capaz de desplazarse hacia delante y atrás de una forma instantánea, cambiando de dirección sin verse sometido a la inercia. Y, por supuesto, sin deformarse lo más mínimo como consecuencia del estrés mecánico al que está siendo sometido cuando está generando las ondas de presión que nosotros percibimos como sonido. Por supuesto, este es tan solo un ideal teórico completamente irrealizable.
En la práctica el diafragma de cualquier altavoz está sometido a la inercia, y, además, se deforma como consecuencia del estrés mecánico al que se ve sometido. Sin embargo, el material utilizado en su fabricación, y también la forma en que está ejecutada su suspensión periférica, determina tanto sus propiedades como su respuesta 'en combate'. Esta es la razón por la que muchos fabricantes utilizan en su puesta a punto materiales relativamente exóticos.
Bowers & Wilkins y Usher Audio son dos de las marcas que han incorporado en sus cajas acústicas de gama alta tweeters con cúpula de diamante producidos mediante deposición química de vapor. El diafragma de diamante se caracteriza por tener una masa muy baja y una rigidez extremadamente alta, por lo que es capaz de soportar el estrés mecánico natural al que se ve sometido un altavoz de agudos asumiendo una deformación mínima que es posible medir con el instrumento adecuado.
La firma francesa Focal, sin embargo, aduce que el diafragma de berilio es el que confiere al altavoz de agudos el comportamiento más cercano al de un pistón ideal gracias a su extrema rigidez. Curiosamente tanto los tweeters de diamante como los de berilio suelen exhibir un nivel de detalle muy alto y una respuesta en frecuencia muy amplia, pero a algunos aficionados a la alta fidelidad su elevada resolución les parece desagradable. Va en gustos, pero desde un punto de vista técnico ambos materiales tienen sentido.
Otros fabricantes, sin embargo, han seguido un camino diferente y han optado por utilizar en la fabricación del diafragma de sus altavoces de agudos una fibra textil ligera y muy parecida a la seda. Dynaudio, DALI o Scan-Speak, son algunos de ellos, y suelen argumentar que este material exhibe una frecuencia de resonancia muy baja y una gran capacidad de manejo de potencia.
Sus propiedades físicas son muy diferentes a las del diamante o el berilio, y, precisamente, estas diferencias provocan que su sonido también sea distinto. En cualquier caso, su presencia está justificada como consecuencia de la búsqueda de un comportamiento y una estética sonora concreta.
Hasta ahora solo hemos hablado del diafragma del altavoz de agudos, pero el comportamiento del de los altavoces de medios y graves también depende en gran medida del material utilizado en su fabricación.
Por esta razón, cuando un fabricante explica con claridad por qué motivos ha elegido un material concreto, y lo respalda con argumentos técnicos sólidos, algo que hacen todas las marcas que he mencionado hasta ahora, y también muchas otras, el esoterismo queda a un lado. A partir de ahí los usuarios somos libres de decidir si la estética sonora que nos proponen encaja con nuestras preferencias.
El recinto debe ser inerte (casi siempre), y hay varias formas de conseguir que lo sea
La práctica totalidad de los fabricantes de cajas acústicas se esfuerza para dotar al recinto de sus soluciones, al menos al de las más elaboradas, de la máxima rigidez posible y la mínima presencia de vibraciones que puedan alterar el sonido generado por los altavoces.
El 'casi siempre' que he utilizado en el titular de esta sección responde al hecho de que hay algunas marcas que abogan por diseñar recintos meticulosamente concebidos y sintonizados para vibrar y generar sonido. Una de ellas, quizá la que lleva esta filosofía a su máxima expresión, es la japonesa Kiso Acoustic, pero es una práctica poco habitual.
Lo más frecuente es buscar que el recinto sea muy rígido e inerte, y para lograrlo la mayor parte de los fabricantes recurre a una estructura de refuerzos internos que incrementa su rigidez. Sin embargo, hay otra opción que suele convivir con los refuerzos internos: el material utilizado en la fabricación del propio recinto de la caja acústica.
El más empleado es la madera reconstituida de densidad media, conocida habitualmente como DM o MDF, que en combinación con una estructura de refuerzos internos bien ejecutada puede ofrecer una rigidez muy notable.
Sin embargo, algunas marcas han optado por utilizar en la fabricación del recinto de sus cajas acústicas un material, o, incluso, una combinación de ellos, diferente a la madera de densidad media con el propósito de dotarlo de la máxima rigidez posible.
Bowers & Wilkins utiliza aluminio en la fabricación del recinto de sus altavoces de agudos y medios de gama alta, e YG Acoustics mecaniza todo el recinto de sus cajas acústicas empleando este material. Hay otras marcas que también siguen un camino similar, pero lo interesante es que la elección del aluminio está justificada por su rigidez y notable inmunidad frente a las vibraciones.
Otros fabricantes, sin embargo, prescinden tanto de la madera como del aluminio, y optan por emplear en sus recintos materiales relativamente exóticos cuya composición no está del todo clara. La opacidad que suelen mostrar puede estar vinculada a la ausencia de argumentos técnicos sólidos que respalden su elección, o bien a la necesidad de proteger la propiedad intelectual de su 'receta'.
Una marca que encaja en esta última filosofía es Wilson Audio, que no ha desvelado la composición del recinto de sus cajas acústicas, pero cuyos diseños tienen una calidad que está objetivamente fuera de toda duda y un sonido sobresaliente (aunque también un precio que los coloca fuera del alcance de la mayor parte de los usuarios).
Aun así, cuando una marca decide ser opaca y no justifica su elección nos está invitando a desconfiar. Y sí, cabe la posibilidad de que solo sea una maniobra de marketing, por lo que la postura más razonable que podemos adoptar los aficionados es, precisamente, el escepticismo.
Imágenes | Bowers & Wilkins | Dynaudio | Wilson Audio
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