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El sábado será el primer eclipse solar de 2025: cómo mirarlo de manera segura

Las gafas específicas son la única protección totalmente efectiva, y aceptada por todos los expertos, para observar directamente el eclipse parcial de este sábado 29 de marzo sin riesgos de graves daños oculares

Vista con gafas de eclipse

El Sol, alto en el cielo, brilla como muchos miles de bombillas concentradas en un punto. Por suerte para el ojo humano, es casi insoportable mirarlo.

Las bombillas LED emiten luz visible. El Sol, además, potentes rayos ultravioleta e infrarrojos. Por eso mirarlo es aún más peligroso de lo que parece.

Cuanto más profundo es un eclipse, mirarlo es más soportable y apetecible: hay más riesgo de daños graves y permanentes.

En un eclipse casi total, baja la luz ambiente: las pupilas se dilatan y dejan entrar más rayos hasta la retina, donde no hay receptores de dolor.

Tu retina puede quemarse sin que lo notes. Solo es 100% seguro mirar un eclipse con gafas homologadas. Ningún remedio casero vale.

Llega el primer eclipse solar de 2025 y el único de este año que podrá observar una parte relevante de la población mundial. Más de 810 millones de personas viven en las áreas sobre las que este sábado 29 de marzo caerá la penumbra de la Luna, ocultando parcialmente el Sol: el fenómeno astronómico comenzará al amanecer en medio del Atlántico Norte y morirá cuatro horas después en una zona de Siberia en la que estará a punto de anochecer. Antes, el eclipse parcial habrá pasado por el noreste de África, por casi toda Europa, por el extremo oriental de América y también por Groenlandia, parte del Ártico y la Rusia más septentrional. En toda España podrá verse durante casi dos horas, alcanzando a medio camino su máximo —alrededor de las 11.40 hora peninsular— y cubriendo entonces aproximadamente un tercio del Sol [los datos oficiales del Gobierno indican los detalles concretos en cada capital de provincia]. En las islas Canarias, situadas en otra latitud, el máximo ocurrirá minutos después de las 10 de la mañana.

Esta vez, solo casi 45.000 personas en el noreste de Canadá podrán ver una ocultación solar de más del 90%. Ellos tendrán la mayor tentación de mirarlo con sus propios ojos, animados además por una apreciable bajada del brillo del cielo. Pero para esos poco canadienses y para el resto de los afectados, casi uno de cada 10 habitantes del planeta, la recomendación de los expertos es la misma: la única manera segura de mirar al Sol en cualquier momento de un eclipse es usar unas gafas especiales y homologadas. Y es que, aunque quede a la vista solo una pequeña parte del disco solar, sigue despidiendo una intensísima luz que —junto con potentes rayos ultravioleta e infrarrojos— puede llegar a causar daños graves e irreversibles en los ojos sin que quien los sufre se dé cuenta. Ni siquiera con la protección adecuada, se debe mirar al Sol durante un tiempo prolongado de varios minutos. El uso más seguro de las gafas de eclipse es observar unos segundos y descansar antes de volver a hacerlo.

El peligro de los rayos solares invisibles

La superficie del Sol está a casi 6.000 ºC: por eso emite mucha más radiación, además de luz

Longitud

de onda

100 nm

Ultravioleta

UV-C

UV-C

Bloqueados

por la capa

de ozono.

Más energía

280

UV-B

315

Los rayos UV-B,UV-A y los visibles más intensos producen un daño fotoquímico en la retina que llega a provocar ceguera en la visión central.

UV-A

400

Visible

700

IR-A

Infrarrojo (IR)

Los rayos IR producen calor, que agrava los efectos en la retina y daña el cristalino y la córnea. Producen quemaduras y favorecen las cataratas.

1.400

Menos energía

IR-B

3.000

IR-C

10.000

Longitud

de onda

100 nm

UV-C

Ultravioleta (UV)

UV-C

Bloqueados por la

capa de ozono.

Más energía

280

UV-B

315

Los rayos UV-B, UV-A y los visibles más intensos producen un daño fotoquímico en la retina que llega a provocar ceguera en la visión central.

UV-A

400

Visible

700

IR-A

Infrarrojo (IR)

Los rayos IR producen calor, que agrava los efectos en la retina y daña el cristalino y la córnea. Producen quemaduras y favorecen las cataratas.

1.400

Menos energía

IR-B

3.000

IR-C

10.000

Longitud de onda

(en nanómetros)

Más energía

Menos energía

100 nm

280

315

400

700

1.400

3.000

10.000

UV-C

UV-A

Visible

IR-A

IR-B

IR-C

UV-B

Infrarrojo (IR)

Ultravioleta (UV)

UV-C Bloqueados

por la capa de ozono.

Los rayos UV-B, UV-A y los visibles más intensos producen un daño fotoquímico en la retina que llega a provocar ceguera en la visión central.

Los rayos IR producen calor, que agrava los efectos en la retina y daña el cristalino y la córnea. Producen quemaduras y favorecen las cataratas.

Longitud de onda

(en nanómetros)

Más energía

Menos energía

100 nm

280

315

400

700

1.400

3.000

10.000

UV-C

UV-A

Visible

IR-A

IR-B

IR-C

UV-B

Infrarrojo (IR)

Ultravioleta (UV)

Los rayos IR producen calor, que agrava los efectos en la retina y daña el cristalino y la córnea. Producen quemaduras y favorecen las cataratas.

UV-C Bloqueados

por la capa de ozono.

Los rayos UV-B, UV-A y los visibles más intensos producen un daño fotoquímico en la retina que llega a provocar ceguera en la visión central.

La última ocasión en que los eclipses solares hicieron furor en España, hace dos décadas, todavía era común usar trucos caseros para poder ver el fenómeno astronómico: radiografías, negativos fotográficos, vidrios ahumados, cedés o incluso juntar varias gafas de sol. Ninguno de esos remedios sirve para bloquear toda la radiación solar dañina para los ojos, solo atenúan un poco el cegador brillo que nos hace insoportable mirar al Sol un día cualquiera. Lo explica Alejandro Sánchez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, quien en su laboratorio utiliza precisamente negativos fotográficos como filtro porque bloquean la luz visible pero dejan pasar todos los rayos infrarrojos.

Intentar bloquear la luz solar con esos filtros de andar por casa es parecido a ponerse unas gafas de sol: nos hacen más llevadera la claridad de un día soleado, pero no tienen utilidad para una observación directa, solo permiten aguantar unos instantes más. Y eso expone más a los rayos dañinos: es más un problema que una solución. ¿Y con gafas de sol muy oscuras? ¿O con varias superpuestas? Haría falta juntar miles de las gafas de sol de las más potentes para conseguir el mismo efecto protector que el filtro de unas simples gafas para eclipses, pero solo ante la luz visible. Unas gafas homologadas, además, tienen que proteger los ojos de los invisibles rayos ultravioleta e infrarrojos.

Por qué las gafas de eclipse son seguras

Tienen que cumplir con

la norma ISO 12312-2

de 2015.

Lámina opaca que

refleja o absorbe la

radiación peligrosa

Cada lámina tiene un

triple filtro que bloquea:

Al menos el 99,9968% de la  luz visible y de los rayos ultravioletaUV-A y UV-B

Visible

UV-A

UV-B

IR

El 97% de la radiación infrarroja

Tienen que cumplir con

la norma ISO 12312-2

de 2015.

Lámina opaca que

refleja o absorbe la

radiación peligrosa

Cada lámina tiene un

triple filtro que bloquea:

Al menos el 99,9968% de la  luz visible y de los rayos ultravioleta UV-A y UV-B

Visible

UV-A

UV-B

IR

El 97% de la radiación infrarroja

Tiene que cumplir con la

norma ISO 12312-2

de 2015.

Lámina opaca que

refleja o absorbe la

radiación peligrosa

Visible

Cada lámina tiene

un triple filtro

que bloquea:

Al menos el 99,9968% de la luz visible

UV-A

UV-B

La misma cantidad de radiación  UV-A y UV-B

IR

El 97% de la radiación  infrarroja

¿Dónde se pueden comprar gafas de eclipse homologadas?

Las gafas especiales son un equipo de protección muy sencillo y barato de producir. “El coste de fabricación es de unos pocos céntimos. El problema es que no hay ningún fabricante en España, igual que pasó con las mascarillas al principio de la pandemia”, explica Sánchez. Como ocurrió hace cinco años con las mascarillas, también sucede siempre con un eclipse total que las gafas de protección se agotan; o que su precio sube tanto que disuade a muchas personas de adquirirlas.

Este investigador ha creado un directorio por provincias de tiendas especializadas y organismos oficiales —como los puntos de venta del Centro Nacional de Información Geográfica— que venden gafas de eclipse en toda España. La lista incluye también comercios online. En el momento de publicarse esta información, su precio oscila entre los 3,95 y los 8,90 euros por unidad, aunque pueden conseguirse más baratas si se adquieren por lotes. Ante la creciente demanda en las últimas semanas, algunas de estas tiendas ya no pueden servir las gafas a tiempo para el eclipse parcial de este sábado.

Otra opción para conseguir unas gafas homologadas es dirigirse a un colectivo cercano de astrónomos. Joaquín Álvaro, presidente de la Federación de Asociaciones Astronómicas de España (FAAE), recuerda que muchas de estas agrupaciones están comprando grandes lotes de gafas para distribuirlas y que organizarán actividades de observación el día del próximo eclipse.

¿Cómo saber si unas gafas son adecuadas?

Las gafas homologadas tienen que llevar impreso el número de la normativa que define sus requisitos de seguridad, la ISO 12312-2; y además el logotipo de la certificación europea (CE) o del organismo regulador correspondiente según el país. También han de incluir obligatoriamente la dirección del fabricante, las indicaciones de uso en el idioma del país donde se comercializan y el período de caducidad. Otra comprobación muy fácil de hacer para el usuario es que al ponerse las gafas, no se ve nada más que el Sol: todo lo demás aparece negro y la luz de cualquier fuente de iluminación normal —como una farola o una bombilla LED— no se percibe. Solo los filamentos de bombillas de incandescencia pueden llegar a distinguirse, si se está suficientemente cerca.

No deben usarse gafas con más de tres años de antigüedad, puesto que algunos filtros se deterioran con el tiempo y pierden capacidad de protección. Así lo ha comprobado el equipo de Alejandro Sánchez. La única manera de estar seguros de que unas gafas antiguas cumplen con los requisitos sería llevarlas a analizar. Si eso no se puede hacer, los expertos recomiendan desecharlas y adquirir unas nuevas.

También hay que evitar las gafas con arañazos, rasgaduras o deterioros visibles, por los que se pueden colar las peligrosas radiaciones invisibles sin que se note ninguna molestia. David Galadí, coordinador de la Comisión Nacional del Eclipse, explica que si unas gafas adquiridas ahora se conservan con cuidado, tienen que valer también para los tres grandes eclipses de 2026, 2027 y 2028. Organizaciones como la Asociación Americana de Astronomía (AAS) ofrecen sus listados de fabricantes y proveedores de confianza garantizada (aunque la regulación de EE UU es menos estricta que la europea); y alertan del riesgo de usar falsificaciones, sobre todo procedentes del mercado chino.

Las gafas homologadas permiten ver el Sol perfectamente definido y con un color y un brillo agradables. No sucede así con los filtros de soldador: aunque sí puedan proteger bien —son suficientes los del número 13 o 14, dependiendo de los expertos consultados—, no están diseñados para ver con precisión. Y como los filtros de soldador no cumplen todos los requisitos de la normativa ISO 12312-2, para el usuario es difícil saber si uno en concreto es seguro y cómo usarlo. No son una recomendación clara y sencilla.

¿Por qué podemos quemarnos la retina sin darnos cuenta?

Donald Trump señala al sol, sin las gafas de protección, durante el eclipse solar del 21 de agosto de 2017, desde el balcón de la Casa Blanca.

No tiene ningún sentido mirar directamente un eclipse sin protección adecuada, porque así no se puede ver. Uno de los daños más graves provocados por hacerlo es la retinopatía solar. La radiación ultravioleta del Sol —junto con la parte más intensa de su luz visible— destruye las células fotorreceptoras de la retina. Como en la retina no hay receptores de dolor, esa quemadura no duele. Así que el daño no se nota mientras sucede y puede pasar desapercibido hasta que, horas o días después, aparecen los síntomas: visión borrosa, manchas oscuras o pérdida de la visión central. Como no hay tratamiento para regenerar esas células, una exposición prolongada puede provocar que esa ceguera sea permanente.

¿En qué momento se puede mirar un eclipse sin protección?

Nunca durante un eclipse parcial. Solo en el instante en el que un eclipse total llega al 100% de ocultación es seguro quitarse las gafas y observar directamente el fenómeno. Antes de ese momento, cualquier fracción de sol que quede, por pequeña que sea, tiene el mismo poder para dañar la vista que el disco solar entero. Y por eso mismo, en cuanto empiece a volver a asomar el Sol tras la sombra de la Luna hay que apartar la vista de un eclipse total de inmediato y ponerse de nuevo las gafas, antes de volver a levantar la vista y seguir mirando.

¿Cómo ver un eclipse sin mirarlo? Métodos caseros y naturales

En los métodos de observación indirecta de un eclipse, el Sol se proyecta utilizando el principio de la cámara oscura. Basta con hacer un pequeño agujero en una cartulina para empezar a probar ese efecto. A partir de ahí, hay multitud de guías disponibles para construir dispositivos caseros, usando desde tubos de cartón hasta cajas de cereales.

Pese al entretenimiento y al valor didáctico —y a que es único otro medio de observación de eclipses sin riesgos, al margen de las gafas homologadas—, lo cierto es que con estos dispositivos caseros el eclipse se ve muy pequeño en la pantalla en la que se proyecta. Lo que nunca defrauda es ver un eclipse proyectado de manera natural en la sombra de los árboles, cuando la luz solar pasa por los pequeños huecos que quedan entre las hojas y produce multitud de proyecciones en el suelo, también por el principio de la cámara oscura. El mismo efecto puede replicarse con objetos domésticos como coladores o escurridores; e incluso sin ningún material: cruzando los dedos de dos manos, se crea una rejilla que proyecta muchos pequeños eclipses.

Los riesgos de usar un teléfono móvil o un telescopio

Para poder ver a tamaño grande una proyección de un eclipse, hay que recurrir a dispositivos ópticos para ampliar la imagen del Sol. Sin embargo, usar telescopios o prismáticos tiene sus riesgos: la concentración de la luz con ese efecto lupa produce un calentamiento tan intenso que puede arder la pantalla sobre la que se proyecta. Es uno de los motivos por los que la incidencia de incendios forestales aumenta durante los eclipses.

Esta variante de la observación indirecta es solo para personas con conocimientos y experiencia. Si no se hace adecuadamente, puede llegar a quemar los componentes plásticos de telescopios modernos. Además, existe el riesgo de que una persona no familiarizada pase por delante del telescopio o prismáticos usados para proyectar y que se le ocurra mirar a través de ellos: la óptica de esos dispositivos concentra la luz y los otros rayos solares nocivos de tal manera que agrava y acelera la posibilidad de lesiones oculares.

Solo puede mirarse un eclipse con telescopios y prismáticos si tienen puestos en sus objetivos los correspondientes filtros de protección, análogos a los de las gafas especiales. También los hay específicos para fotografiar eclipses con cámaras de fotos y teléfonos móviles. Sin esos filtros, también hay riesgo de estropear esos dispositivos y de dañar los ojos.

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