¿Cuántas más nos podemos tragar así? Sé que es una pregunta de infinita mala baba, pero de verdad me lo pregunto. Vivimos entre dos fuegos (hablo del ocio audiovisual) que tironean de nuestro maltratado tiempo con filosofías antagónicas. El menú de la cartelera es un _fish & chips_: animación CGI, superhéroes, superproducción fantástica; ahí te quedas. El de Netflix y similares, una marabunta de contenidos que cada vez agobian más al usuario común; no dejo de encontrarme con gente que me dice pasarse largos lapsos mirando toda la oferta de contenido de Netflix sin tener ni puñetera idea de qué pinchar. Y luego están los looters y sandbox y battle royale que quieren comerse nuestras horas a miles, con voracidad infinita.
En semejante tesitura, hay que saltar más alto. Si hay sobreoferta, se supone que la demanda, nosotros, vamos a ser mucho más selectivos con lo que queremos consumir; se supone, porque luego la realidad es bien tozuda (tos, 21 pelis de Marvel, tos). El caso es que me cuesta creer que cosas tan absolutamente inanes como 'La lego película 2'; puedan triunfar. E igual triunfa, ¿eh? Rottentomatoes le pone un 85% de críticas positivas. Y 'Cristal no llega al 40%. Ay…
La verdad es que podría despachar esta segunda entrega en lo que dura un tuit. Ya lo leyeron en el titular; lo esencial está ahí resumido. Pero me voy a esforzar más; por mí y por ustedes. Voy a intentar coger de ejemplo esta fallida, simplona e innecesaria secuela para explicar por qué esta idea de que todo tiene que ser franquicia _ad eternum_ es una estupidez. Al menos, lo voy a intentar.
Truman ha despertado. ¿Y ahora qué?
Creo que 'La Lego Película' está un pelo sobrevalorada. Mola, qué duda cabe; pero me he encontrado con mucho (loco) entusiasta que me la tilda de obra maestra. Yo creo, sinceramente, que ni de coña.
Y eso que me encantan Phil Lord y Chris Miller. Las dos de 'Lluvia de albóndigas' sí son fuera de serie. Desde luego, son como poco cineastas visionarios; creadores de imágenes memorables. Hasta me atrevería decir que tienen una venilla de autores. Sus películas suelen tener un tema obsesivo y recurrente —esto es lo que define a los autores; los temas—: la imaginación del individuo sobresaliente frente a la mediocridad asfixiante de la sociedad contemporánea. La defensa, en fin, del inventor chiflado, de los Quijotes.
Pero claro, una cosa son Miller y Lord y otra cosa los directores a los que pongan para seguir pedaleando en su franquicia. Volviendo a 'La Lego Película' (1), el tema estaba muy claro: el individuo que pasa de la utopía a la distopía. '1984', evidentemente. Y aún más 'El Show de Truman'; de hecho, Lord y Miller se cascan un plagio/homenaje en una de las escenas iniciales, con Emmet saludando a todo el mundo con el mismo entusiasmo que el Truman de Jim Carrey. Pero oye, me parece bien. Como decía Shakespeare: "Los genios no imitan; roban".
El problema de 'La Lego Película 2' es precisamente que en Mike Mitchell hay cero genio. Sigue todas las líneas maestras que marcaron Miller y Lord, pero sin nada de su entusiasmo. No hay ni una sola imagen de 'La Lego Película 2' que destaque por sí misma, que no sea mero reciclado del estilo de la primera. Y eso que Mitchell tenía entre las manos escenas tan jugosas como un combate estelar con velociraptores manejando naves espaciales.
Pero lo peor de 'La Lego Película 2' no es su prefabricada puesta en escena. Lo peor es que ni Miller ni Lord, que firman el guion, se han esforzado realmente en encontrarle una razón de ser a esta continuación. Una saga solo encuentra una razón de ser en la evolución de sus personajes. Si estos no sufren constantes cambios que los obliguen a retorcer sus convicciones, deseos y afectos, entonces, no hay ninguna razón para prolongar la trama. Piensen en 'Juego de tronos'. ¿Por qué es tan larga la historia? Porque a sus personajes (y son un porrón) les pasan muuuuchas cosas.
A Emmet de 'La Lego Película 2' no es solo que no le pase nada relevante en esta continuación; es que ha sufrido una regresión. Ardo de rabia (¡ARDO!) cuando un guionista me intenta colar una regresión de personaje; me siento un poco como la loca de 'Misery': no me haga cochinas trampas. Emmet vuelve a tener la misma puñetera actitud que al comienzo de 'La Lego Película'; como si nunca hubiera vivido ese viaje de crecimiento personal que lo transformó en salvador del mundo. Hasta vuelve a tener una escena, esta vez en un mundillo postapocalíptico a lo 'Mad Max', en la que saluda a todo el mundo alegremente.
Hacer esto es una suma traición al personaje y a la inteligencia del espectador. Es como si Truman volviera de esa puerta a quedarse dentro de su show después de ese irrepetible desenlace. Es cargarse todo el pathos del personaje , toda la coherencia emocional interna. Para más inri, Lord y Miller crean una bochornosa trama secundaria sobre un Emmet machorro del futuro que se ha vuelto así porque es lo que querría Wildstyle de él. Un sinsentido de tres pares de narices.
No tener suelo firme para el personaje principal provoca que 'La Lego Película 2' sea como esas otras secuelas, que abundan en lo animado, que no encontraron nada nuevo que decir. Las hay magníficamente realizadas, como 'Los increíbles 2', y bastante bochornosas, como 'Cars 2', pero en todos estos casos coincide la máxima de que a sus personajes no les ha pasado nada relevante. Es justo lo contrario de lo que ocurría con 'Toy Story 3' o la maravilla 'Ralph rompe Internet'. Las secuelas funcionan cuando la familiaridad y cariño de los personajes se encuentran con un escenario nuevo que los hace evolucionar a lugares que rompen con lo que se espera de ellos. Nada de eso ocurre, por desgracia, en 'La lego película 2'.
Es muy sintomático que 'La Lego Película 2' apenas introduzca novedades en su reparto. Se trata de repetir en todo lo posible aquello que hizo triunfar sonoramente a la anterior cinta. No importa que la trama vaya o no vaya a ningún lado. Lo que importa es sumar chascarrillo tras chascarrillo sobre Batman y compañía y llenarlo todo de guiños. Recuerda, en fin, a la peor etapa de 'Shrek'; a esas últimas secuelas que eran, literalmente, despropósitos. Esto es: narraciones sin razón de ser.
Pero hay algo que me cabrea aún más que esta dejadez en darle una consistencia interna al relato. De ello hablo en el siguiente epígrafe.
'Fan-service' sin pudor
Es muy sintomático cuando lo mejor de una película son sus títulos de crédito. A mí me pasa a menudo encontrarme en esta tesitura. Por ejemplo, con 'Suicide Squad', 'Mimic', '300', 'Los Increíbles 2' o la que nos ocupa me pasó. Unos títulos de créditos brillantes, que ni siquiera suelen estar dirigidos por el mismo realizador que la cinta, dejan en mi memoria una huella más profunda que todo el resto del metraje.
Los de 'La Lego Película 2' son estupendos, pero subrayan el que me parece su mayor desvergüenza; los describo someramente. Es un torno que va girando una gran pieza poligonal de Lego sobre la que se superponen tanto los nombres del reparto como fotografías de fans de Lego con sus creaciones. En el pie de foto se nos dice si los sonrientes fulanitos o menganitas son de Ontario o de Cape Cod. Después de cuatro o cinco postales del estilo, me hervía la paciencia.
Es para cabrearse. El lado más absurdo de todo el argumento de 'La Lego Película 2', que mi cabeza no lograba encajar por ninguna parte, es que hay una dimensión de imagen real. Dos hermanos que se pelean y provocan que su madre les quite los Lego. Una cosa alucinantemente burda, que además está metida con calzador para intentar provocar un efecto emocional en el desenlace que ni de coña se ha trabajado la película antes.
Si ya en 'Coco' o 'Del revés ' Pixar había patinado en cómo construir los crescendos emocionales al lidiar con dos mundos —siempre defenderé que 'Coco' debería haberle dedicado muchos más minutos y desarrollo a su abuela en el primer acto si quería luego llegar a ese final—, 'La Lego Película 2' se estrella con todo el equipo. Es un pegote para intentar rascar algo de empatía por las bravas.Sabe a cartón piedra y plástico de burbujas.
Pero lo peor es la sensación de atraco a mano armada a la cartera familiar. Esa dimensión real de los dos hermanos jugando a Lego existe solo para encajar con esos títulos de crédito con aficionados de Lego. Y en conjunto invocan algo de lo que he venido hablando aquí desde hace un tiempo: que las pelis son, ante todo **, encubiertos programas de** marketing de sus productos derivados. Lo dice la investigación académica y lo dicen las cifras. Las películas quieren vendernos pijamas, muñecos, bragas y calzoncillos. Es así.
'La Lego Película 2' consigue que esta vergonzosa realidad del negocio del cine de hoy se vea más nítida que nunca en toda su cabreante desfachatez. Igual hasta hay que darle las gracias por ser tan burda. Pagar por un anuncio de dos horas, señores.
No me aburran, por favor
Este año, los Oscar profetizan que Netflix va a rubricar su revolución del entretenimiento con la victoria por todo lo alto de 'Roma';. No es la panacea, Netflix, eh. Le pueden tener mucho miedo los creadores, a largo plazo, a su previsible monopolio. Le pueden tener mucho miedo también los cinéfilos, ahogados en tsunamis de contenido original que impiden tomarse un respiro para ver una de John Ford.
Pero hay que reconocerles algo, un ingrediente mágico que les está permitiendo ganar la guerra: su apuesta es el contenido ; más concretamente, el contenido que interesa a sus suscriptores. Punto final. No se está pensando en prolongar al infinito una franquicia porque da una pasta increíble en mercadotecnia, como lleva pasando con 'Cars' más de una década. Se dan luz verde o roja a los proyectos en función de si se cree que hay un público para ellos. Y se intenta abarcar el público más diverso posible en edad, género, ideología y hasta raza o credo.
El cine… El cine, al menos desde las butacas, ya solo nos vende una cosa. Da mucha pena repasar la cantidad y variedad de películas que una productora como Warner Bros o Disney financiaban y estrenaban en los 90. Más del doble que hoy en día y de los ropajes más variopintos. Hoy… Hoy solo hay tres sabores: o tragas animación o tragas superhéroes o tragas (y cada vez menos) fantástico.
Pero asumiendo que eso es así y que la secuelitis campa a sus anchas , lo mínimo que hay que exigir es un esfuerzo para darle un vuelvo a las expectativas episodio a episodio. 'La Lego Película 2' no le da ni medio. La vi; la olvidé. Y, bien claro lo tengo, no la volveré a ver.
Para esto, tienen mucho más sentido los videojuegos. Al menos, uno tiene claro a la que va: jugar a las pelis de 'Parque Jurásico', 'Harry Potter' o 'La liga de la Justicia' con Lego. Ni más, ni menos.
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